Buenos días queridos amigos. En ocasiones se nos presentan dificultades en nuestros recorridos, difíciles de digerir. Vamos a atender a una de aquellas que calan en nuestro ser …
¿Alguna vez os habéis implicado, en corazón y alma, en alguno de vuestros entornos diarios, y de golpe y porrazo, «vuestro valor» ha desaparecido por intereses de mayor conveniencia? Momento complicado de asimilar. Percibimos que el buen recuerdo que generábamos, desde nuestra identidad, se ha fulminado, y sucumbimos a ello ya que no entendemos qué ha sucedido y, en consecuencia, nos surgen grandes cantidades de emociones aflictivas que gestionar.
Buscamos causas de nuestra caída en picado, averiguando qué hemos hecho para recibir «ese sobresueldo» y asoman argumentos variopintos: opción de mayor beneficio que tú o no interesas por tu manera de gestionar o alguien lo tiene que hacer y te ha tocado… o un interés, con el que no contabas, hace que dejen de verte.
De verdad que no todo se paga con dinerito, que sí, que como decía Don Francisco de Quevedo, poderoso caballero es Don Dinero. Aun con tanto poderío, deberían existir restricciones éticas y/o humanas. Es real que impera el beneficio líquido ante las personas… Sin embargo, por favor, a aquellos que deciden, que muestran esa poca memoria, cuando comuniquen un «cambio» hablen con la persona afectada, desde la sinceridad, respetando su dignidad, mostrando compasión y sensibilidad, sin tapujos ni medias-verdades. Seguramente la consecuencia será la misma, sí; la manera de interiorizarlo, no, porque desde un inicio se habrá mostrado delicadeza y consideración, no con decretazo y argumentos engañosos y/o dolorosos.
Esa verdad externa se nos presenta de manera muy dolorosa, vivimos un gran desencanto en primera persona o padeciéndolo en el corazón de nuestros seres próximos. Entramos en un duelo por la pérdida de lo que aportábamos desde nuestra persona, fulminada de golpe. Hemos recibido una «bofetada» enorme y quedamos totalmente borrados del recuerdo de quienes se beneficiaron de nosotr@s y que parecía que nos apreciaban.
Aterrorizados, empezamos a asimilar que caminamos hacia un mundo en el cual las IAs nos podrían sustituir, más rentables y, seguramente, sin programarles muchas muestras emocionales… ¿Cómo las van a proyectar? Ha quedado demostrado que no muestran conocimiento alguno en emociones desde el negocio personal. Qué duro de asimilar para un@s y que fácil de ejecutar para otr@s, o eso es lo que se muestra externamente.
Surge una tremenda decepción que te convierte en negro los colores que resaltabas, en aquel mundo, del cual creías que eras parte, y ya no quieres ni entrar, te han expulsado sin miramiento alguno, te han robado el sentimiento de pertenencia. Toda tu credulidad, credibilidad y seguridad fusiladas por una mano «amiga». Y te cuestionas si existía una relación emocional real o era pura gestión humana de interés.
Empiezan las charlas, voces que te muestran que no hay que confundir las relaciones, que la amistad solo se da en determinados mundos… bla bla bla.. Nuestro corazón padeciendo doblemente: la decepción vivida y la continua sapiencia de alrededores. ¡Ey!, si nos buscan como referente de escucha, no les censuremos «Su inocencia». Y siguen comentando: «si no te muestras o no esperas, no te decepcionas» o «eso te pasa por ser cómo eres» o «estás recibiendo dosis de realismo»…
Nos entra coraje y quisiéramos contestar, pero callamos, todo a nuestro interior, y seguimos asimilando frustraciones, porque además nos acompaña el reproche y nos sentimos menos validados. Aumentando malestar, nos increpan diciendo que todo es por nuestra culpa, por pensar que importábamos, que entendamos que somos totalmente sustituibles, en función del beneficio que se reciba a nuestra costa, y que no importa ni nuestra implicación ni nuestro corazón.
Por favor, a pesar de las circunstancias que se están viviendo, que cada uno decida sus actuaciones en función de quién es, todo dependerá de la coherencia con la que lo llevemos, sin generar ni dependencias ni abusos ni amiguismos, aunque, a veces, sea extremadamente difícil no establecer vínculos emocionales con quienes coincidimos en los caminos, o no.
¡Ojo! Quizás enfocando, exclusivamente, en nuestro propio cariño, pusimos unas expectativas no reales, desde nuestra perspectiva. Interiormente, creímos que los demás también sentirían ese afecto por nosotr@s y no todo el mundo se implica de la misma manera en las relaciones… Es lícito, no se puede obligar al sentir, es propio de la idiosincrasia de cada individuo.
Por otro lado, visualizar que, probablemente, no es un gesto directo a nuestra propia persona, llevarlo a lo personal lo mínimo posible; se trata de una dinámica generalizada donde perdemos nombre. Sí, hemos derivado en una sociedad sin interés humano debido a la escasez económica y es necesario entender que ante beneficios económicos las personas desaparecen pero no tú/yo, en concreto, sino una pluralidad abismal. Es duro pero quizás nos amortigua el golpe recibido.
Paso a paso, multiplicaremos los intentos de vivirlo de manera menos destructiva para nuestro ser interno, al fin y al cabo es el gran afectado, iremos mostrando respeto a nuestro dolor, solo que cada vez estaremos más desanclados de él y nos valdrá la pena para optimizar nuestro tiempo en el camino.
Progresamos, vamos aprendiendo a relativizar, en nuestra vida hay mucho más, y nuestra desilusión ya no es una condena de por vida, visualizamos que no desaparecemos en nuestra propia persona, al fin y al cabo somos la más importante para nosotr@s mism@s.
Por favor, respiremos ante nuestra caída e intentemos encontrar compañía de verdadera confianza; tal vez nos aporten puntos de vista que somos incapaces de encontrar o, simplemente, nos escucharán y nos acompañarán en nuestra asimilación, hasta poder aceptar sin dolor. Y, sí, desde el respeto, te escucharán en aquel desencanto que estás viviendo: «has entendido que eras un medio y, ahora, hay quien/que te puede sustituir y no importa tu esencia» y «que nuestro mundo es tan competitivo que es obligatorio y vinculante ser el /la más rentable» ; en definitiva, ausencias de humanidad .
Por suerte, o por nuestro nuevo empoderamiento, nuestra resiliencia irá abriendo camino, saldrá de nuevo el sol y, quizás, cuando sea necesario, nos pondremos gafas para protegernos de aquellas luces perjudiciales para nuestro bienestar. Conviviremos aportando, más o menos, dónde decidamos y, a poder ser con los mínimos rencores que realmente no nos dejan avanzar, restaremos poder a quien ya no lo tiene, nuestra coexistencia habrá variado por nuestra parte, también. Sin más.
Momento honestidad: Sentirme mal en primera y/o segunda persona, ante respuestas que he considerado decepcionantes, unas cuantas veces en mi trayectoria; no había lugar para ellas desde mi corazón. En la actualidad, creo que he aprendido a mostrar equilibrio entre mi asertividad y el conformismo de lo que no se puede variar, sobre todo en esos momentos pertinentes en los que emana mi dolor.
Quiero vivir de forma menos trágica cuando se muestre, de manera inesperada, otro trayecto con el que no contaba, de aquellos de los que yo nunca lo haría, pero es eso: yo ni lo pensaría, no tú/ella/él. ¿Cómo? con una aceptación más presente. Me repito en voz baja: «lo que no depende de mí no lo puedo cambiar, por mucho que no me guste» ; ahora bien, «lo que sí puedo es emigrar y alejarme de ello» . Nada es estático y no tenemos que cumplir condenas.
Decepcionada, triste… y, sí, me pasa por implicarme, por construir a mi manera, por … y también, puede ser, que por depositar mis propias miras y, tal vez, mis propias expectativas sin contemplar otros mundos diferentes al que yo me proporciono. Estoy aprendiendo a sentir menor apego en lugares donde no toca y, así, derivar en las mínimas frustraciones y desechar esos victimismos que me paralizan. ¿Me gusta? No, mi esencia no es esa, pero la persona desaparece ante el imperio del mando económico y esa lucha, de manera personal, no se debe gestionar. Sin más.
Mi querida familia espero que disfrutéis de una bonita semana en la cual no conviváis con decepciones dolorosas por no sentir de retorno lo que esperabais, no vale la pena enfocar vuestro tiempo a lo que resta y perder de vista aquello que nos suma de verdad.
¡Abrazos muy púrpuras!
Ana Torres