¿Realmente pertenezco aquí?

Queridos/as amigos/as, de nuevo es martes y aparece mi nueva aportación, sólo espero que a lo largo de ella os pueda sugerir un poco de interés a leer… Vamos a ello, yo lo veo como un tema primordial para hablar sobre él, a ver si vosotros lo ponderáis en alta estima.

¿Le otorgamos demasiada importancia al sentimiento de pertenencia? ¿Es necesario? ¿A costa de lo que sea? ¿Renunciar a tu propia identidad para ser aceptado? ¿Realmente vale la pena?

El ser humano es un ser social por naturaleza y esto genera, consecuen-temente, una necesidad de establecer una serie de vínculos en sus diferentes etapas de la vida, formar grupos afines, pertenecer a una comunidad con infinitos y variopintos puntos comunes… En definitiva, formar parte de la sociedad.

Cuando nacemos, ya entramos a formar parte de nuestro primer grupo social: nuestra familia. En un principio, «tod@s pertenecemos a nuestro núcleo familiar particular», desde nuestros inicios de vida y durante una buena parte de nuestra línea del tiempo. Poco a poco, vamos potenciando el sentido de pertenencia y, normalmente, todos los componentes del mismo «clan» disfrutamos de un bonito tatuaje de vida que lo vamos cuidando en la medida que podemos.

Realmente, la incidencia de las relaciones familiares en nuestro futuro, a nivel de relaciones humanas, adquiere un gran protagonismo ya que con las dinámicas de vida que aprendemos se están estableciendo bases de visión respecto a futuras relaciones y a nosotros/as mismos/as como seres únicos e individuales. Así que se podría decir que se les otorga una ponderación elevada para nuestra manera de caminar por los diferentes senderos de la vida.

Sin embargo, por mi experiencia de observadora, en unas circunstancias, o de parte implicada, en otras, he llegado a la conclusión que no existe una «absoluta premisa» que se cumpla siempre. Ni siquiera, de ésta de la que hablamos, aún siendo de las de «camino de vida»: no es respetada plenamente; tristemente, hay múltiples excepciones, demasiadas incluso. Puede que, si estás leyéndome, pongas ojos de perplejidad e incluso llegues a no dar crédito a semejante idea; desde mi foro interno, me gustaría pensar mismamente y no creer que estas circunstancias puedan ocurrir. Me encantaría saber del bienestar familiar de todo el mundo y que se cumpliera siempre una de las grandes verdades: » que tod@s sintiésemos que pertenecemos al núcleo familiar donde nos ha tocado en suerte aterrizar»…

Desafortunadamente, existen familias en las cuales no se establece dicho compromiso con todos sus componentes por numerosos motivos: puede que no se sientan todos/as igualmente valorados, pueden no ser respetados, quizás no se identifiquen con las actuaciones o principios familiares o, inclusive, que tengan lugar otras circunstancias que van más allá de lo que conocemos por «normalidad familiar»… Consecuentemente, existen personas que no vislumbran, ni por casualidad, ese sentido de pertenencia con la propia familia; por suerte, y a pesar de la gravedad de estas circunstancias, no debería implicar que esas personas con «no pertenencia familiar» no puedan llegar a sentirse apreciadas en otros caminos de vida.

A medida que vamos creciendo, más allá de nuestras familias sanguíneas, vamos entrando en diferentes agrupaciones, bien vía colegio, vía amistades,… Múltiples vías que pueden aportar conexiones que lleven como consecuencia la unión de diferentes miembros con unos objetivos en común… O que vaya más allá y se consigan nuevas familias o relaciones que puedan llenar el corazón de los implicados.

Sinceramente, creo que para realizar esas conexiones tan importantes, a la par de necesarias, sería interesante establecer unas bases en las cuales las relaciones fueran lo más positivas posibles para todos los miembros que forman parte de ellas. Pertenecer a una asociación no implica una clonación de seres humanos o renuncias imperantes de virtudes humanas, con unas normas de actitudes sí, de las de base humana.

A continuación, os explico lo que, para mi mirada, sería interesante que imperara en el sentido de la pertenencia:

No jerarquía mal llevada, cosa que no implica que existan componentes más activos en unos terrenos y otros menos, que haya quien lleve más la iniciativa o quien sepa dinamizar de manera más óptima, eso sí, dejando claro que tod@s son parte importante y sus aportaciones, a nivel individual o grupal, bien valoradas.

En este momento, me viene a la cabeza una premisa que uso mucho en mi dinámica de vida: «No soy más ni menos que nadie, las miradas deben surgir desde líneas horizontales y no desde rectas con una pendiente que pueden «hacer mucha sangre» en quien se encuentre en el punto más bajo».

Bien llevada, la jerarquía sería correcta en aquellos grupos que están basados en cargos, cosa que no debería implicar que otorgase mayor importancia de pertenencia en función de estamento o rango.

Sí aceptación incondicional, no hemos de pretender cambiar a las personas que pertenecen a un grupo; igual que, ni mucho menos, nosotros hemos de cambiar nuestra propia identidad para ser aceptados. En este último caso, seguramente, a corto plazo, podemos llegar a no sentirnos bien con nosotros mismos, por mucho que pertenezcamos a aquella formación que tanto anhelamos, si se debe renunciar a nuestros principios o virtudes podemos caer en vacíos emocionales y ¿puede que ese grupo no fuese tan ideal para nosotros?

De acuerdo que puede existir una adaptación de mirada en pro de un bien común y no tratar de imponer siempre nuestra verdad ya que sería el antónimo de lo citado anteriormente y «todos los extremos son o pueden llegar a ser tóxicos», acabo de hacer una adaptación del refrán, disculpad.

Sí respeto, consecuencia de todo lo descrito anteriormente, la importancia del miramiento por los iguales del grupo, básico a la hora de un buen trato entre todos los componentes del grupo y una gran consecuencia de llegar a sentir que se forma parte.

Sí honestidad, desde la mayor dosis de honradez e integridad, las relaciones pueden llegar a establecer un nudo de tal fuerza que en aquellos momentos, en los cuales se puede zozobrar por determinadas tempestades, se puedan vivir de la manera más sencilla y, a pesar de esas inclemencias, ese nudo no se pueda desatar. Una vez vuelva la calma, su grosor será de una gran capacidad, incluso aumentada.

La base de la pertenencia debería moverse entorno al grupo de las «COS»: Corazón, compañía, coexistencia afable, convivencia, compasión, colaboración, consentimiento, coordinación, cordura, confraternización, complicidad

Un inciso, prometo que a medida que vaya dilucidando más palabras que empiecen por «co» y puedan entrar en nuestro grupo con ese denominador común de cuestiones implícitas en la pertenencia, las iré añadiendo aunque ya os haya hecho la entrada. Además, llegados a este punto, aprovecho para deciros que las entradas que hago no van a ser estáticas, si en algún momento mis manos alcanzan más información la actualizaré lo más rápido que pueda. ¿Qué mejor que crecer en vuestra compañía? Es más, os invito a enviarme sugerencias que serán tenidas muy en cuenta, somos un buen grupo y me encantaría transmitiros el sentido de pertenencia, aquí y ahora conmigo. De antemano, os doy las gracias si pensáis en ello, interesante, ¿verdad? ¡Vuestras propuestas aparecerán integradas en cursiva!

¿Qué consecuencias me puede aportar sentir que pertenezco a un grupo? Defender o luchar e incluso respetar aquello en lo que se cree, que se construye conjuntamente, en definitiva, crecimiento personal. Miradas compañeras que te aportan complicidad, un gran sentirse valorado, todo un conjunto que te puede llevar a mejorar tu autoestima, también tu autoconcepto puede ir al alza y tu mirada a la vida puede ser más potente para caminar con paso firme y llegar a sentirte pleno con quien eres.

Pertenecer a un grupo, sentirse bien con los miembros, sentir que eres valorado, aprendizajes que incorporas al interactuar… Qué bonito es poder crecer gracias a todas las aportaciones que puedes aprender de las otras identidades que fluctúan a tu alrededor. Todo ello contribuye a construir tu propia identidad.

El sentido de pertenencia implica sentimientos y toma de conciencia de sentirnos integrados en una comunidad, sin fingir lo que no es uno para ser aceptad@s. Aquello que es mostrado sin sinceridad y honestidad acaba llevando a equívocos de personalidad ya que no siempre vamos a poder controlarnos o anularnos para mostrar un espejismo de nosotros que no es real. Disculpad que insista en esta idea, asumo que es de gran importancia destacar el valor de cada persona. Y ¿Qué queréis que os diga? Quizás no valga la pena renunciar a una/o misma/os, por muchos que las consecuencias de pertenecer a ese grupo te aporten beneficios a raudales que tú, solo, mostrándote verdaderamente en tu propia esencia, no podrías conseguir… Primero se debe intentar, si podemos o no, para corroborar que necesitamos depender de determinadas personas, ya que solos era imposible, y debíamos anular partes de nuestro ser. Simplemente, cuidado con las dependencias que nos condicionan el cuidado de nuestra propia vida.

Desde mi percepción personal, a lo largo de mis años de caminar por el sendero que me ha tocado en suerte, he paseado o he padecido en función de las vivencias que me han tocado respecto a los grupos en los cuales he interiorizado un sentido de pertenencia o de no-pertenencia. He convivido con grupos que me han aportado un sabor emocional muy dulce o me he encontrado con la antítesis, sintiéndome rechazada hasta el punto de llegar a plantearme las causas de mi intento por formar parte de aquello, llegando a la resolución que simplemente no eran para mí, ni por bien ni por mal.

Evidentemente, es necesario saber acoplarse a los requisitos para una buena convivencia en un grupo, nos podemos adaptar a las circunstancias que se generan pero no desaparecer en el intento. En este caso más extremo, podemos formar «nuestro propio grupo unipersonal», es muy importante valorarnos, poco a poco, seguro que surgirá el momento apropiado y las personas con quienes compartir sea un boom emocional, creyendo los/las unos/as en los otros/as.

Me aplico la teoría en mí misma, y veo que a pesar de haber extrañado los beneficios de la compañía, a veces, he aprendido a vivir con mi propio grupo, «Ana consigo misma», para saber aceptar mis defectos y valorar mis virtudes y, a partir de aquí, poder encontrar un nuevo rumbo donde navegar acompañada sin la existencia de extremos perjudiciales a mi salud mental. Me encanta cuidar de los demás y para poder hacerlo, de manera óptima, primero me tengo que cuidar a mí misma, llegar a ser mi mejor versión para ofrecerla a aquellas relaciones que me sepan ver. Podría llegar a ser interesante ofrecer este punto de vista a aquellas personas que se ven manipuladas por determinados patrones grupales y no pueden dejarse ni entrever.

Definitivamente, dentro de unos baremos de condiciones, tod@s tenemos una esencia para compartir y deberíamos poder brillar con nuestra luz propia. Aceptación a plena potencia implicaría un festival de luces de colores. ¡Qué bonita imagen! ¿No creéis? De esta guisa, sí vale la pena sentir que perteneces a un grupo muy especial, es más, es BRUTAL.

Os deseo que paséis una buena semana

Un abrazo enorme

Ana Torres

4 comentarios en “¿Realmente pertenezco aquí?

  1. Buenos días querida Ana: Llega tu reflexión justo cuando yo, en mi cuaderno de reflexiones estoy observandoME y valorando mi pertenencia a diferentes grupos y a la vez como me implico en ellos, si es desde la honestidad, como bien dices, o desde la necesidad, que suele inyectar adaptabilidad «a pesar de todo» y no coherencia. Tu reflexión me aporta mucho y me da un empujón amable para seguir reflexionando, creciendo y mimándome, que es la base.

    Te aporto otro «COS» para la pertenencia: COMPLICIDAD
    Un besote enorme

    Le gusta a 1 persona

    1. Querida Montserrat, buenos días!
      Qué valiosas son tus aportaciones a este bonito espacio donde el caminar es abierto para poder crecer conjuntamente. Formas parte de este blog que se engrandece con tus palabras, gracias por mimarte y mimar a este rinconcito al cual perteneces con gran derecho.
      Estoy muy contenta porque percibo que gracias a vosotr@s voy a crecer muchísimo.

      Me encanta tu aportación, realmente es primordial como base de les «COS», allí que va!!! La pertenencia se engrandece en base!!

      Gracias gracias gracias

      Le gusta a 1 persona

    1. Mi querida y preciada Pepi, mi gran amiga del alma.
      No sabes qué feliz me siento sabiendo que te ha agradado la lectura de lo que os comparto.
      Muchas gracias por tu acompañamiento de vida, sí de vida. Siempre con un corazón tan puro y regalando amor, eres única Pepi.

      Yo te quiero más jejejeje.

      Ana Torres

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