Premio de vida: Personas antídoto

Muy buenos/as días/tardes, de nuevo con vosotr@s en un bonito martes, día positivo de mirar y contemplar.

Últimamente me duelen mucho los oídos, no hago más que escuchar esos sonidos repetitivos e increpantes que no cesan: «Hay que alejarse de las personas tóxicas» o «Determinadas personas cuanto más lejos mejor» y muchas más frases en una línea muy parecida. ¿A vosotr@s también os está sucediendo tan disruptiva afluencia de personas dañinas?

Cierto es, que no es positivo mantener cercanía con aquellas personas que nos destrozan un «poquitín» nuestro ego o le dan «algunas» patadas a nuestra manera de caminar por la vida o que, «simplemente», no nos respetan por multitud de argumentos que ellos imponen como base a su relación con nosotr@s. En consecuencia, desafortunadamente, damos por validada la insistente afluencia de dichos seres «un tanto» nocivos de los que nos vamos separando…

Sin embargo, quisiera que intentáramos cambiar nuestro enfoque, «un poquitín», girar la cabeza hacia aquellas personas antónimas a las descritas anteriormente, las cuales, parece ser que, a «vox pópuli», no merecen tanta atención: no generan tanto revuelo social o, como dirían mentes privilegiadas de la frustración, nos faltaría dosis de realismo si nos fijamos en ell@s.

Una vez más, queda demostrado que lo que más se destaca es la parte negativa de nuestro mundo, lo cual considero un tanto injusto hacia una gran parte de humanidad. Así que marquemos, una semana más, la diferencia respecto a ese mundo tan realista y, manteniéndonos en la línea de la dualidad de la realidad, encontremos los puntos disconformes y platiquemos de unas pocas-bastantes raciones de positividad y/o un atisbo de construcción.

Supongo que mis oídos expectantes se encauzan desde mi gusto y se desvían del camino pautado, están deseando sentir música, en lugar de tantos sonidos inoportunos y desagradables. En consecuencia, ponen atención hacia aquellas muestras que despuntan en cajitas emocionales provechosas a nuestro corazón (quizás debo tener un Máster en buscar el mundo de la fantasía; no, no lo creo). ¿Acaso la música, visualizada en múltiples pentagramas, no puede ser leída por muchas mentes y gozada por otras tantas? ¿No pueden nuestros corazones bailar con diferentes ritmos o siempre ha de imperar la sensación de estar mal?

De repente, contemplas la belleza andante, esos seres que marcan gran diferencia, en positivo, que consiguen que nuestra mirada brille; ell@s, en su esplendor, se transforman en nuestra medicina, en ofrecernos un camino diferente, más llevadero y bonito, sí, bonito.

Ensalzar nuestras «personas antídoto» que conviven con nosotr@s, gran actitud a destacar y que nos vendría muy bien adoptar en nuestro caminar, sencillamente te regalan libertad en la alegría de su mirada.

No es que me guste vivir con una venda en los ojos y no saber ver las situaciones «no constructivas» que rodean mi vida; sin embargo no deseo quedarme deslumbrada y no conseguir ver las positivas, como esas maravillas de personas que en mi vivir me vienen regaladas .

Si tuviera que decir qué representa, a mi mirada, una persona de tal envergadura, comentaría que son únicas, mágicas ya que tienen un don para transformarte un ánimo de enfoque destructivo en un ver circunstancias especiales y potentes, su varita mágica te presenta todo lo bueno que te puede estar rodeando y no sabes ni oler.

Criaturas que te transmiten alegría de vida, te valoran y te respetan por ser tú, ¡simplemente tú! o ¡Sencillamente yo! Asimismo, poseen otro don que me gustaría destacar, si cabe, aún más: su espontaneidad. Aquellos instantes en que te miran, te sonríen o te dan un abrazo o un cogerte la mano o una broma… No lo precipitan, todo muy natural y, realmente, surge efecto, te sientes mejor: consiguen destensarte de eventualidades que te pesan, de aquellas que te disgustan y te dejan anclado en momento queja y/o visiones pesimistas.

Piensas en ell@s, sin tenerlos delante, y la sonrisa emerge con recuerdos potentes o sabiendo que vivirás otro «momentazo de bonanza emocional» e incluso notas que tus ojos brillan, evocan placer desde el corazón. Creo que en cualquier dieta emocional debería estar incluido, como mínimo dos sesiones diarias de compartir con ell@s y caminar a un ritmo más vivo, como flotando…

No deberíamos caer en el error de creer que todos nuestros tratos más cercanos y de confianza funcionan del modo descrito anteriormente, pues realmente bien lejos de ello nos encontramos. Sinceridad, no todas nuestras relaciones consiguen que resurjamos del letargo de determinados abismos o vendas que nos colocamos, inconsciente o conscientemente. Nuestras conexiones personales son muy variopintas, tanto las impuestas como las elegidas y, aún siendo éstas últimas, no todas consiguen ese nivel de complicidad o no te producen el mismo efecto de paz.

¿Habéis percibido alguna vez cómo nos contagiamos de las actitudes de otras personas sin ni percibir que variamos nuestro aspecto interior inicial? Me explicaré, mejor un pequeño ejemplo: ¿No os ha pasado que teníais una jornada agradable y, según con quién te has relacionado, ha acabado derivando en un día más bien pesado enfocado a lo que nos vacía interiormente? Simplemente porque las personas con las que nos hemos relacionado han conseguido mermar nuestro buen paso…

Bueno, pues para nuestra suerte, tenemos excelentes sujetos que consiguen el efecto contrario, que te conducen, dulcemente, con sus actitudes y su visión te llevan a que se te contagie esas ganas de enfocar a lo bonito que te rodea, a resurgir de la actitud de no querer ver más que aquello que nos dejaba «aquellos vacíos». Son un revulsivo a la negatividad que muchas veces impera socialmente y, formalmente, agradeces sus brotes de entusiasmo y jocosidad. Nos «crecemos» a su lado y, aunque no exista duda que sin ellos también lo podíamos hacer, los recursos que nos regalan de manera altruista gestan un crecimiento más intenso.

Las personas antídoto contrarrestan enormemente a aquellas tóxicas que no nos permiten avanzar, que no dejan que fluyamos en nuestras propias esencias manejando sus armas para fosilizar lo que nosotros deseamos, mero reflejo de nuestro corazón, único y auténtico…

¿Sabéis una cosa? Tengo la gran suerte de contar con algunas de estas valiosas/maravillosas criaturas en mi camino y me encanta poder tener mi «dosis de ellas«, de poder gozar de sus esencias y de los efectos que producen en mi ser. Además, os diré que los efectos secundarios me sobrevienen cuando aquel gran instante que he pasado con ell@s toca a su fin, las horas se han transformado en segundos de manera fulminante. Feliz porque he conseguido una gran sensación de bienestar gracias a la transmisión de emociones que me han aportado pero intervención finiquitada, me pueden entrar titubeos, ya no están a mi lado, un poco de desazón…

Sin embargo, reflexiono y mantengo fuera de mí esa desesperanza contraproducente del final de comunión emocional: Sólo hay que saborear cómo han ayudado a reconducirnos o han inferido el gozo en nosotr@s mism@s. Hemos vivido esas curas de vida, de alegría, de complicidad, de relativizar, de reírnos de nosotr@s mism@s y de seguir con actitud positiva el camino propio.

¿Y si sé que en breve voy a realizar una nueva intersección con ella/él? Me viene un subidón anímico, sé que se aproxima una buenísima ocasión, a gozarla y, ante todo, valorarla. No hay nada como otorgar la importancia que se merece ese pequeño-gran momento, desde nuestro propio baremo, fácilmente puede llegar a ser un 10 sobre 10. Brutal.

Nos acostumbramos a tipificar cómo ha de ser cada coyuntura que vamos viviendo, pasa el tiempo, avanzamos en vida y tenemos épocas mejores y peores. Nos viene el acostumbrado pensamiento de «tener que valorar las pequeñas-grandes cosas/acciones/momentos de relaciones», pero ¿lo hacemos realmente? ¿Nos paramos a ello?

No soy una experta más que en mi propia vida y ésta me ha enseñado que tiempo pasado no se recupera. Así que, desde hace un tiempo, sí pongo en práctica dicha premisa, cada vez que puedo, y si no tengo tiempo lo rasco de donde puedo; valoro, como tesoros inigualables, mis grandes instantes con mis personas antídoto. No quiero renunciar nunca más a esas oportunidades únicas que se convierten en excelencia de vida, y que no se pueden recuperar una vez se han dejado pasar. Lamentaciones, las justas e inevitables.

Generadores de ánimo emocional en crecimiento; interesante si, cuando nos separamos de ellos, esa actitud modificada la trasladamos más allá en nuestra dinámica de vida y se nos genera el grado superlativo de muchos de nuestros paseos diarios en la vida.

Permitidme un comentario final, evidente es, que aquellas personas que yo considero que tienen ese «poder de elevar mi vida a otro nivel», no tienen por qué serlo para miradas alienas a la mía. Somos individuos únicos y nuestra apreciación también, se trata de la propia grandilocuencia necesaria en la vida de cada uno/a. Seguro que vosotr@s en vuestras relaciones contáis con vuestros propios antídotos personales, qué maravilla ¿eh? Sólo hemos de conseguir ser conscientes de ello y valorarlo en grado sumo aportándoles la retroalimentación bien merecida que generan.

¡Indudablemente que si habéis seguido leyéndome, hasta este punto, en algún momento habréis reflexionado sobre aquellas personas que os sugieren ese bonito bienestar y/o a quiénes otorgarles el mérito de vuestras personas antídoto! Puede que hasta os haya surgido una sonrisa enorme pensando en tales premios de vida. Y si no fuera el caso, hacedlo que vale la pena valorar nuestros tesoros.

Os presento dos buenas premisas que han aflorado en mi interior recapacitando en mis propios galardones: «Ana, aférrate a tus personas antídoto, no las dejes pasar, lujo de energía verdadera» «Ana cuanto más cerca estés de ell@s, mejor».

Espero vuestras propias proposiciones, si os interesa mencionarlas, siempre es interesante y enriquece contar con más personas… Gracias por sonreír proyectándoos desde el recuerdo de esas verdaderas joyas de existencia.

Os escucho atentamente y percibo semejantes acompañamientos de lujo:

«Visualizar y dar protagonismo a las personas que nos iluminan: lo mejor».

Carlota Petit

«Recordar las lucecillas que quedan cuando has conocido y has compartido un trocito de la vida con personas tan maravillosas».

Montse Casaponsa

«Intento cuidarlas, mimarlas, asombrarlas, conquistarlas… Son las personas que quiero tener cerca…. Son las personas que me roban el corazón».

Montse Torrell

«Contribuyen a recuperar el deseo de encontrar aquello que es maravilloso y positivo más que lo que traspasa negativismo».

Isabel Rascón

«Tenemos nuestro espacio convertido en un muro para goce de las personas antídoto, vosotr@s, que siempre arrancáis una sonrisa diaria»

Montserrat Puig

Que disfrutéis de la semana, os espero el martes que viene. ¡Un abrazo supergrande, querid@s amigu@s!

Ana Torres