Pequeños Detalles: Calidad Suprema

Buenos días querid@s amigu@s, vamos a compartir nuestro tiempo un martes más. Muy bonito hacerlo en vuestra compañía. ¡Gracias por este gran detalle!

Confraternizar, un pequeño-grande detalle que llena nuestro corazón. Qué bien que nos sienta apreciar que nos obsequian un momento de vida, se vuelve entrañable, de aquellos que te aportan un quiero estar contigo, eres especial, me importas… Un verdadero lujo de existencia.

Evidentemente, la calidad de nuestra vida va en función de la ponderación que cada un@ de nosotr@s otorgue de manera personal, según vibre nuestro corazón y las sensaciones que éste reciba de cada acción vivida, tanto individualmente como de forma más colectiva.

Una realidad muy latente es que en nuestras relaciones, sean del tipo que sean, confluyen factores que desempeñarán un papel fundamental para nuestro bienestar. Hoy, vamos a enfocar a esos detalles, que acostumbramos a llamar «pequeños» pero que, si somos sinceros, tienen una grandeza primordial: aportan un gran placer emocional.

Qué trascendental es fijar mirada en cuidar de «nuestras personas», a pesar de tener ya ganado su corazón, sabiendo de la existencia de una gran confianza, de una fidelidad más que comprobada, que no nos van a faltar… Recordemos cómo brillamos mientras pensamos en aquello que estamos realizando por él/ella, sabiendo lo que va a sentir, imaginando su sonrisa, su bienestar, su felicidad.

Un seguir recapacitando amigu@s, ahora enfoquemos a cómo deslumbran aquellos ojos y corazones a los cuales hemos dirigido semejantes detalles y que conste que no hablamos, en exclusividad, de regalos materiales; más bien estamos brindando oportunidad a esos valiosos presentes de cariño, de cuidado, de colaboración…, en definitiva, de proyectar sentimientos. BRUTAL.

Cierto es, que si atendemos, de vez en cuando a lo material, no concurrimos en una resolución nociva; al contrario, está permitido y, seguramente, nos encontraremos con un corazón sonriente que nos contestará: «Te has acordado de mí o No hacía falta o ¿Por qué?… ¡Muchas gracias!» Evidentemente, no es condición prioritaria que se trate de cosas caras ni totalmente extraordinarias… La excelencia se mostrará en el recordatorio de que hayas pensado en mí.

En ocasiones, ese ser detallista enfoca a un minucioso cuidado y nos puede destinar, con cariño, hacia ese «Ser un poquito pesados…», consecuencia de transmitir pensamientos del formato: «me importa saber si has llegado bien, si necesitas algo, si tu día va bien, si se te ha pasado ese mal rato que estabas padeciendo…» Hablamos de plenitud para quien lo regala y, aún más, para aquel/a que lo recibe: ¡Totalmente bidireccional!

De verdad que no importa que mis amigos, por ejemplo, sean mayores y bien plantados ante las circunstancias de la vida, qué tranquilidad más dulce me genera saber que están bien, que han llegado a destino perfectamente,… Sin necesidad de justificar, únicamente la pequeña delicadeza de tener cuidado de quien nos importa.

Una llamada telefónica, un mensaje, un audio… ese quiero decirte que me acuerdo de ti, que estaba paseando por mi vida y mis pensamientos han derivado en tu persona y te lo hago saber… Grandes gestos, preciados regalitos de sentimientos que realizamos, normalmente de manera espontánea y sin esperar nada a cambio.

¿Y desde el otro lado del lazo? Cuando los recibes, en ese momento, valoras cómo de hermosas son esas acciones y, si es tu momento, le correspondes a ese emisor, tan detallista, que te cuida y a quien quieres devolver semejante acción por gratitud y/o devoción.

Simplemente hablamos de: Abrazos emocionales que marcan la diferencia y que son difíciles de olvidar, porque con ellos abrimos la puerta de nuestros sentimientos y estos tienen memoria.

Aquellos instantes, en los que tenemos presente, que nuestros seres queridos pueden no estar tan bien, circunstancias de malestar implícito; correr y traspasar esas ganas de acompañar, buscar «momentos de detalles». Simplemente ofrecer nuestra mano y escoltar; en ese caso aportamos una lámina, bastante grande, para nuestro «abanico de los detalles» y, quizás, se consiga obtener un poquito más de aire con el que oxigenarse e, incluso, revertir determinados ahogos y aportar la luz que se necesita.

Observémonos un poco, si nos quedamos estáticos y no avanzamos nada, estamos verificando que los demás ya saben que pensamos en ellos y, en consecuencia, no mostramos ninguna de esas valiosas actuaciones, ¿estamos dando la misma validez a esa relación? ¡Ya! Se da todo por supuesto, que caminamos junt@s hace tiempo, que tenemos una gran confianza, que implícitamente se sabe que existe ese cariño… ¡Un sinfín de excusas! ¿De verdad ya no nos hacen falta «ilusiones«? Amigu@s, mostrémonos un pequeño toque de atención, con cariño.

Debemos tener cuidado, igual estamos derivando en una especie de desidia y se puede acabar desembocando en múltiples decepciones; y no será, únicamente, por la esperanza de aquel detalle, que nunca llega, sino por el reflejo de ese típico: ¡Tú ya lo sabes!¡No hace falta! Por favor, las fórmulas demostradas hay que usarlas para verificarlas.

Primordial que sigamos contando y coleccionando esas delicadezas de corazón: aquella foto que me envías porque sabes que me gustará, esa canción que me compartes, aquel dibujo que me hiciste, la nota que me dejas escrita, esa comida que tanto me gusta, compartir esas frases tan emocionales… Y todo el conjunto sigue siendo bidireccional: tú me lo regalas y yo lo recibo. Ambos brillamos.

Qué nivel aporta a nuestro caminar regalar/recibir semejantes detalles sin la necesidad o el imperante de una justificación, que obliga de una manera más aceptada, como una fecha concreta totalmente significativa o impuesta por la sociedad. ¡Auténticas pequeñas-grandes situaciones que nos regalan nuestro camino! ¡Aportes de energía extra que calan profundamente en nuestra esencia y llegan a desembocar en magnificencias de nuestras vidas!

Por contra, reflexionamos de nuevo: ¿Y si no tienen lugar esos detallitos o cada vez se distancian más? Llega el desencanto. Inicialmente, creo que podemos intentar plantearnos la búsqueda de una solución y mostrar: «Si no has reparado en ello, yo te muestro el camino, recuerda que a ti también te gusta…» Realmente, tod@s disfrutamos con esos detalles aunque aflore de nuestra boca, un tanto pequeñita, el pronunciar ese: «NO tiene importancia». Porque SÍ la tiene. No capemos nuestras ilusiones enmascarando lo que nos duele.

Sí señor@s, a veces, esas decepciones, si no son percibidas, pueden ir sucediéndose en el tiempo e ir creando emociones negativas acumuladas, ¿y si se pudieran reconstruir? No estoy hablando de exigir, porque sí que es cierto que lo ideal es que surgiesen espontáneamente, aún así hemos de ser conscientes que no tod@s estamos preparados de la misma manera.

Se puede construir, sin imponer, después ya está en manos de la otra parte si va a decidir continuar en ese camino o no. Recomendación: Si se desea se puede crecer. Se puede ganar en calidad de convivencia y personal. Por favor, No excusas o un gran No al aceptado: «Yo no soy detallista». Sencillamente poner empeño de corazón, no se necesita nada más.

Es importante no olvidar esos gestos y darnos cuenta de su importancia, son pura magia; no deberíamos llegar a valorarlos cuando ya no existe oportunidad de llevarlos a cabo: arrepentirnos de los múltiples «no-detalles» no es la solución. Atentos que podemos derivar en ausencias personales, cada vez más cansados de la falta de cuidados y ellos/as sí los aportaban… Y, recordemos que no enfocamos a lo material en exclusividad.

Definitivamente renovar, diariamente, nuestras relaciones con esos pequeños presentes que incrementan las conexiones emocionales; sí, se pueden conseguir nudos estables que no se desatarán, así como así, ante inclemencias que pueden aparecer en nuestros caminos, valoremos las fusiones de nuestras esencias que han emergido consistentemente. Nos hemos regalado trocitos de corazón, pequeños pero muy grandes.

Por mi parte, estoy más que agradecida: me siento super-cuidada e hiper-regalada por mis múltiples familias, primordiales para mi excelencia, tengo mucha suerte en mi caminar… Únicamente, espero estar contestando en la misma tesitura. Esos pequeños-grandes detalles, calidad de vida que se incrementa a diario. Prometo que si, en algún momento, no estoy atenta, rectificaré, sé de la necesidad de vivir esas grandezas vitales. Mi fascinación es total hacia esos momentitos y/o detallitos.

«Como llenan la vida esos detalles de vida, no hace falta ser detallista, solo saber valorar a los que te emocionan y te llenan de color la vida»

«Regalar besos emocionales en formato un té o café, mensaje, llamada, detalle o, simplemente, un emoticón que me ha hecho gracia y quiero compartir contigo»

Montserrat Puig

Os deseo que esta semana sea muy bonita, llena de pequeños detalles. Por mi parte os ofrezco mi pensamiento dirigido a tod@s vosotr@s y me gustaría que recibierais mis grandes : ¡Abrazos púrpuras!!

Ana Torres

2 comentarios en “Pequeños Detalles: Calidad Suprema

  1. montserrat1506

    Oi!!!! Ana… me caen dos lagrimitas (y ya sabes lo dificil que es para mi) Como lenan la vida esos detalles de vida, no hace falta ser detallista, solo saber valorar a los que te emocionan y te llenan de color la vida. Sin más, comparto todo lo que dices y soy consciente que, amenudo, la cotidianidad me hace «perderme» de regalar besos emcionales en formato un té o café, mensaje, llamada, detalle o, simplemente, un emoticón que me ha hecho gracia y quiero compartir contigo.
    Ere un lujo en mi vida, como dices tú, Grácias por el zasca de hoy que me ha despertado a recuperer más esos detalles!!!!

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    1. Montse!! Dos lagrimitas tan valiosas!!! Gracias!! Y de verdad que eres un lujo de compañera de alma. De hecho, creo que tú, precisamente tú, el único zasca que se merece es mantener esos detalles hacia ti misma! Porque los mereces, sin más.

      Tus besos emocionales los siento, día a día, y no sabes con qué intensidad. Gracias por regalarme calidad de vida!!

      Siempre compartiremos, recuerda: ¡Somos seres mágicos!

      Tu Ana!

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