¡Feliz martes, querid@s amigu@s! Un placer sentir que en nuestro preciado espacio destaque el enfoque exclusivo hacia nuestras miradas; increíble la bonita sensación que se genera en el corazón. De verdad, con una sola persona que se sienta acompañada, nuestra Kabaña emocional ya está totalmente justificada.
Respiremos aquí, en este lugarcito, la cantidad de seguimientos y/o la cantidad de vistas, se agradecen intensamente; sin embargo no vamos a derivar en convertirnos en números, seamos nosotr@s mism@s caminando junt@s; es nuestra base, ya está.
Aceptamos que desde que nacemos somos inscritos en un registro civil donde nos otorgan un número de vida personificado, el cual deja de tener sentido cuando ésta se acaba. Cierre de nuestro libro, de acuerdo hemos de ser cuantificados de manera ordenada, así que cardinal que se transforma en ordinal. Lo interiorizamos.
Vamos caminando por el mundo, incrementando nuestro valor matemático, nuestro documento de identificación personal tatuado nos acompaña en cada momento que respiramos y obviamos nuestro anonimato. ¿Sinceramente nos sentimos personas únicas con identidad o simplemente una cifra que se maneja en la vida que le toca?
Desde luego que mantener un orden es necesario, el funcionamiento del mundo tiene dicho fundamento pero esta opción no debería ser trasladada cuando se realiza el trato entre humanos. De verdad que nos podemos acompañar, con auténticas personalidades, basándonos en deferencias de l@s un@s hacia l@s otr@s, en cualquier ámbito. No debería ser tan complicado y, sin embargo, entramos en batallas.
¿Es necesaria tanta productividad sin tener en cuenta la persona? No importa si hablamos de expedientes académicos, expedientes de trabajo, número de sanidad, número de contratos con todas las compañías de servicios, bancos y cajas … Todo ello cada vez más numerado, el orden brilla, eso sí; la esencia del individuo/a, ya es otra cosa…
Mi entendimiento a veces se obnubila ante dinámicas que conducen a NO detener la rueda de la producción; SÍ, seguimos perdiendo el interés hacia los detalles únicos de cada persona; puede ser que mi propio avance no sea del número que me corresponde por edad, género, situación laboral…
Quizás, inconscientemente o no, no quiero validar, en todo momento, ese chip numérico que indica únicamente celeridad y rendimiento. ¿Para quién? Tod@s aceptamos que no es hacia nosotr@s pues muchas veces nos sentimos impotentes ante semejante ausencia de emociones.
Cuando sentimos una necesidad y/o tenemos que realizar un trámite, caemos en desesperación, sabemos que nos enfrentamos a una máquina o, con dosis de mucha suerte, conseguimos una «comunicación personalizada» sin empatía alguna. Mi imaginación coloca un cronómetro en mano a ese humano que «nos escucha» y le indica que a ese número que contacta (que en su defecto soy yo o tú) tiene concedida una cuantía de minutos, la más breve posible; se resuelvan, o no, sus peticiones… Caiga o no en su angustia emocional; no importa, es sólo un@ individu@.
Respuestas que conllevan consecuencias emocionales y/o racionales que nos generan un gran malestar, bastante desagradable. Infortunadamente, nos conducen a vislumbrar una tremenda y horrorosa realidad: ¡únicamente somos un número! Y derivamos en que se reproduzcan exponencialmente en más ámbitos…
Por favor, ¡basta ya! Nos llenan el pensamiento transmitiéndonos que tenemos que vivir la vida y, luego, ante la dinámica real de ésta, únicamente se vislumbra una cifra; eso sí, pertenecemos al gran entramado mundial. ¿Y la calidad emocional dónde se queda? ¿En qué lugar se ha firmado un contrato, bien numerado, indicando que la humanidad desaparezca ante cualquier solicitud y/o demanda que surja?
¿Incredulidad? ¿No habéis sentido nunca que perdíais vuestro nombre y que únicamente os podíais sentir identificados con un simple guarismo? No importa el ámbito, rememorad pasos dados y me comentáis, si os apetece, por supuesto.
Llevamos colgada nuestra matrícula, como un coche, y sin menospreciar al vehículo que realiza la función para la cual fue diseñado, ¿nosotros como seres autónomos en qué lugar nos posicionamos? Nos pasamos la vida obsesionados mirando números: nuestras notas, nuestras cuentas bancarias, nuestras redes sociales, nuestras pulsaciones,… ¿De verdad que mimetizamos hasta tal punto que aceptamos que sin cifras no somos nadie?
Desesperación de perder personalidad ante una numerología impersonal y, aún así, nos mantenemos impertérritos. ¿De verdad que ésta es la calidad humana que nos merecemos vivir? Dejemos de ser autómatas mal conducidos y luchemos por un cambio de rumbo.
Cuidadín, que la actitud del anonimato la estamos transfiriendo a nuestras relaciones interpersonales, empezamos en los estudios, seguimos en los trabajos… ¿hasta dónde vamos a llegar? ¿Sólo importa que haya alguien realizando qué sé yo, contabilizado lo que se ha pautado?
Estamos dirigiéndonos a espacios/momentos en los que ser un número es inhumano… Por favor revisemos un poco nuestros argumentos, un mundo donde notemos que existe nuestra identidad y no un dígito sin más.
Para nuestra suerte, todavía existe una bonita y maravillosa «especie» , aún no extinguida del todo; sí, son aquellas personas que, a pesar de estar pautadas para ser productivas, intentan poner de su corazón y entendimiento emocional: ¡acompañan! Y ¡ojo! No importa el ámbito o si se les dirige una mirada de desaprobación, ell@s continúan con sus valores fundamentales marcando la diferencia y cuidando del prójimo.
Tal vez, con más recursos humanos, con menos premisas de producción y más de atención, se podría cuidar con calidad humana; claro que los números económicos de la telaraña mundial se verían afectados. Por contrapartida, con dosis extra de desfachatez, se habla públicamente de cómo la salud mental está empeorando, en números se ve claro… ¿Qué esperan? ¿Y el acompañamiento se entrevé? Empecemos por ofrecer una conexión más humana y entender el nombre de quién solicita, simplemente su NOMBRE...
Sentirse cuidado por otras personas, una calidez que otorga calidad ante solicitudes, atendid@s con cariño y delicadeza… Realmente, se genera un sentimiento enorme de satisfacción y bonanza. ¿Tan inverosímil es regalar este sendero? No debería haber sido fusilado.
Mal que pese a la efectividad mundial de la gran numerología, cada uno de los números que tenemos asignados corresponden a una PERSONA única con nombre y apellidos que posee una vida que debe ser lo más PLENA posible. Caminemos hacia un cuidado emocional imperante y primordial, sin más. ¿Utopía? Sinceramente, deseo que no, existen muchos entornos en los cuales la «especie», antes citada, marca la diferencia. ¿Nos unimos a caminar minimizando automatismos sin sentido? ¡Yo sí!
Momento de honestidad: Si os preguntáis en qué trabajo, para la Administración, sí funcionaria. Creo que debe haber saltado vuestra alarma; tranquilidad. No soy perfecta, así que NO pertenezco al «mundo del dígito imperante» : priorizo las personas y SÍ, me interesa saber con quién hablo y le acojo, sin importarme edad, género, nacionalidad… Me siento bien actuando de esta forma, aunque mi saber por el contar esté desorientado. ¡Rompí mi cronómetro!
Querida familia, espero que disfrutéis de una semana especial donde seáis acompañados en vuestros diferentes entornos como los seres únicos que sois,. Los números para las velas de nuestros pasteles de cumpleaños, en caso de que nos gusten.
¡Abrazos lilas desde mi corazón!
Ana Torres