Susurros, ¿los escuchas?¿qué sientes?

Buenos días querida familia. Un martes de tranquilidad, hablemos con confidencialidad, unos pocos susurros desde mi corazón al vuestro. ¿Les damos una oportunidad a ver si os gustan?

Observamos nuestro mundo y percibimos gran «invasión» de dinámicas que nos implica una aceleración de nuestra vida… De acuerdo, forma parte de las voces que escuchamos de nuestros diversos mundos y, no siempre, impera nuestra voluntad… Cuidadín con tanta velocidad para «llegar a todo», renunciamos a ofrecernos tiempo de disfrute sosegado para nuestros corazones, solos o en compañía.

¡Ey! Podemos corregir emocionalmente algunos momentitos, si nos apetece. Hoy enfocamos a nuestras voces, concretamente a la intensidad que les aplicamos; parece que vayamos, casi siempre, con el volumen a máxima potencia. ¿Necesario para que se nos escuche? Quizás no. Tantas situaciones en las que recurrimos a alzar nuestra voz desmesuradamente, ¿así somos más escuchados? ¿y nosotr@s escuchamos en esas condiciones?

Llegan a brotar, in extremis, situaciones «surrealistas» de invasiones vocales entre grupos en espacios comunes. Me explico mejor: estamos presentes en un local público y, sin comerlo ni beberlo, derivamos en NO poder ni oírnos, estamos confluyendo con otros grupos de mayor poderío de volumen. Sí, conversaciones ajenas que, sin querer, escuchas, perdiendo el hilo de lo que realmente te importaba, tu grupo, simplemente por el imperante modus de comunicación de otr@s.

¿Os ha pasado alguna vez? ¿Cómo han sido vuestras reacciones? Espero que la opción más eficiente no haya sido subir vuestro volumen, no digo que no vengan ganas, pero demasiado reactivo. ¿Qué conclusiones sacamos? No existe una única totalmente válida, tampoco vamos a juzgar, simplemente apelemos al sentido común y conseguir respetar un espacio común.

¿Qué os parece si, en determinadas ocasiones, nos detenemos y bajamos un poco la voz? No como crítica, simplemente para saborear diálogos amenos y más íntimos. Lo vamos a disminuir a tal nivel que vamos a invocar a los susurros, que sí que existen, y que no son exclusivos de determinadas relaciones, que también… ¡Vamos a gozarlos!

SU SU RRAR , palabra bella en sí misma; ahora, por favor, la situamos en nuestra mente, es más, probemos a pronunciarla lentamente, separándola en sus tres sílabas, con una voz tenue y cálida; suena exquisita. Paramos a observarnos y apreciamos que su propio significado nos lleva a múltiples evocaciones en nuestro pensamiento y suscita un despertar de sentimientos en nuestros corazones.

Hablar con esos maravillosos susurros, implica una focalización más importante en aquello que comunicas o que te comunican. Quedémonos con esa imagen, tanto de manera interpersonal como intrapersonal

Si nos damos cuenta, cuando nos hablan con esas voces bajas de volumen, necesitamos escuchar con mayor concentración, queremos entender, nos importa lo que nos dicen y no lo escuchamos bien, ponemos más atención. Interesante opción a tener en cuenta. ¿No creéis?

Esos pensamientos susurrados que nos pueden generar: una bonita paz, una complicidad emocional extrema, unos pequeños trocitos de confidencialidad, un descansar del ritmo apremiante…¿ y por qué no? ¡Un momento divertido entre tú y yo!

Deleitarse de la creación de un mundo único sumergidos en nuestra propia burbuja que únicamente nuestro susurro no puede romper. Sí, resurge la dulce magia con ese ambiente especial que se ha concebido, hemos decelerado ritmo y sonreímos ante el suave pacto de ese ambiente creado con base de intimidad.

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Por favor, cuidado con derivar a otros lares de voces de intensidad baja, rompemos el susurro y lo transmutamos en un cuchicheo, una situación que puede restar más que aportar. Normalmente, no es agradable esa percepción, quizás estamos entrando en modo opinión destructiva. ¿De verdad lo validamos? Marquemos la diferencia y busquemos un cambio de aquello que nos ha llevado a un trance incómodo, sin necesidad de abrir espacios de desconfianzas, suspicacias…

Aparece el musitar, acaso connotaciones de dolor con él, por innumerables motivos, pidamos ayuda emocional a nuestras personas de confianza; junt@s podemos contrarrestar aquello que nos hace mal. Totalmente lícito mostrar lo que nos ha dañado, y no hace falta que sea en voz bajita, simplemente es comunicarlo e intentar salir de esa zona de dolor: reenfocando.

Hablar susurrando no corresponde al miedo a equivocarse y no ser aceptado… Esos sinfín de «noes» nocivos no tienen suficientes argumentos de existencia en el susurro en concreto.

Insistimos, hablo flojito por miedo al error, de verdad que es bonito equivocarse, rectificar y aprender. Escuchemos nuestras dudas, sopesemos, valoremos y encontremos puntos pares y dispares para después establecer un equilibrio. Y si no lo encontramos, alcemos la voz en el sentido apropiado y busquemos ayuda, encontraremos una voz externa que nos acariciará, de verdad.

Qué bonito es acercarse a una persona y susurrar unas palabras a su oído. En ese momento, situamos en más alta estima el oído derecho, es más atento; a través de él, nuestra emisión de «sonidos flojillos de volumen» generan una gran combinación, un mensaje valioso, prometen un gran lujo en nuestro propio interior.

Susurros, imágenes excelsas de complicidad entre seres compartiendo pensamiento, de única exclusividad, en ese momento, de ella y de él, de ti y de mí, de él y de él, de nosotr@s y vosotr@s…

Susurros en declaraciones de amor, en una canción de cuna, en sentimientos a regalar, sugerencias de invitaciones, búsquedas de soluciones, contemplar misterios…. En definitiva, momentos puntuales de boom emocional, increíbles tesoros.

Infinitas situaciones, incluidos aquellos momentos de meditación, conducida, sintiendo intensamente esa voz que nos dirige mediante sucesivos susurros que consiguen trasladarnos a nuestro ansiado bienestar. Impensable generar armonía en nuestro propio ser, si quien nos guía lo hace a través de un megáfono.

Y llegan esos otros grandes momentos, cuando nos susurramos a nosotr@s mism@s: pensamientos, reflexiones, cuidados… y nos escuchamos. Importante hacerlo, respeto a nuestras palabras y, lo que es mejor aún, a nuestra esencia. Merecemos autocuidados valiosos y, entre ellos, se encuentra decelerar la vida con nuestra voz, ni que sea por instantes.

Otros niveles de susurro equivalentes a más lujos de vida; viajamos físicamente, o en nuestra imaginación, y llegamos a aquellos paraísos/ambientes… Lugares emocionales en los que parece que el tiempo se ha detenido, el mundo entero paralizado y, exclusivamente, percibimos al mar susurrando, el viento que nos habla frágilmente, el respirar del animal totalmente confiado… Sonidos personificados en la propia naturaleza y animales que nos regalan plenitud; nos hablan de manera tierna y dulce…

¿Me puedo confesar? Cuento con vuestra complicidad de un gesto afirmativo, mil gracias. Este pequeño-gran escrito ha sido susurrado desde el inicio, redactado desde la voz sutil de mi corazón latiendo intensamente, saboreando mis palabras y vuestras miradas, sintiendo un bienestar emocional evocado hacia vosotr@s. ¿Qué he conseguido? Una bonita sonrisa en mi ser externo y, lo que es mejor, en mi ser interno.

Por favor; no dejéis de lado el «uso del susurro», si en público no os apetece, no pasa nada, en privado y desde la sinceridad; siempre existirá algo que os podréis regalar desde vuestro interior, porque sin duda lo merecéis.

Los mensajes que recibimos continuamente apelan a vivir la vida a tope, hecho que no está reñido con unos dulces susurros emocionales, contribuyen a ello perfectamente. Diferentes instantes de recorrido propician a una u otra manera de disfrute, justo y permitido. Sin juicios y con compasión.

¿Y vosotr@s ? Lleváis a la práctica la bonita técnica del susurro, si os apetece, ya sabéis, os esperamos para compartir. Muchísimas gracias por vuestras aportaciones.

«Propongo otro tipo de susurro que a mí me conecta conmigo misma: Cantarme mientras paseo, tarareando o cantando con la letra, pero bajito… SUSURRANDO, llenando nuestro corazón y nuestra mente de las notas y de la poesía que nos ha venido a la cabeza…. maravilloso. Mira hoy me levanté susurrando El Arrebato y su canción Gente Luminosa«

Montserrat Puig

«Y me apunto también a comentar esta maravillosa palabra «susurro» y que sin ella, sería imposible la autorreflexión y el reconocimiento de uno mismo. Me encanta cómo planteas, Ana, las diferentes aristas de la palabra. Yo, que soy muy de profundizar el alma de las palabras, su étimo, me fijo en la traducción literal: hablar en mudo. De este modo, mi propio yo me susurra constantemente, me acompaña, me advierte y hasta me regaña a veces. ¿Y qué sería el amor sin el susurro? Sentir el hablar mudo de tu pareja cerca de oído, notar las palabras envueltas en el aliento ligero de la pareja.»

Cristóbal Carrasco

Momento honestidad: Personalmente soy extrovertida y en mi auto-volumen existe una cierta intensidad, en ocasiones al alza, por supuesto sin llegar al chillido; sin embargo quiero relajar mi voz más. Por otro lado, cuando me doy cuenta de la ausencia continuada de mis «mimos» , renuevo mi «práctica de susurros cariñosos» , en mi intimidad me regalo esos momentos. Simplemente dejándoles convivir conmigo de manera deliciosa. Es brutal y me encanta recodarlo en vuestra compañía.

Mi querida familia, espero que durante esta semana disfrutéis de preciados susurros, de esos que hacen que el corazón se acelere por cariño y se expanda por amor, del que consideréis valioso, sin más.

Empiezo yo, con todas mis ganas, a susurraros: un gran abrazo lavanda con toda mi devoción…

Ana Torres

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4 comentarios en “Susurros, ¿los escuchas?¿qué sientes?

  1. montserrat1506

    ¡Qué bonito tu susurrar desde el corazón! Susurrar… Gracias por el «zasca» en la ecuación Lugar público+ conversaciones mil a voz altísima.
    Y te propongo otro tipo de susurro que a mí me conecta conmigo misma: Cantarme mientras paseo, tarareando o cantando con la letra, pero bajito… SUSURRANDO, llenando nuestro corazón y nuestra mente de las notas y de la poesía que nos ha venido a la cabeza…. maravilloso. Mira hoy me levanté susurrando El Arrebato y su canción Gente Luminosa.
    Susurros, sin juicio y con compasión, como tu bien dices. Volver a ese concepto y si cierro los ojos llego a sentir el susurro de tu abrazo y el aroma a lavanda
    ¡¡Impresionante!! Un abrazo

    Le gusta a 1 persona

    1. Montse, me emocionas con tus palabras, me encanta que hayas sentido el abrazo que os quería enviar a través de un sentido que no es el tacto, maravilla que lo hayas sentido. Mil gracias por compartir tu susurro cantando tu bonita mirada poética del mundo.
      Tú eres música para mi corazón.
      Gracias gracias gracias

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  2. cristobalcarrasco

    Y me apunto también a comentar esta maravillosa palabra «susurro» y que sin ella, sería imposible la autorreflexión y el reconocimiento de uno mismo. Me encanta cómo planteas, Ana, las diferentes aristas de la palabra. Yo, que soy muy de profundizar el alma de las palabras, su étimo, me fijo en la traducción literal: hablar en mudo. De este modo, mi propio yo me susurra constantemente, me acompaña, me advierte y hasta me regaña a veces. ¿Y qué sería el amor sin el susurro? Sentir el hablar mudo de tu pareja cerca de oído, notar las palabras envueltas en el aliento ligero de la pareja. Ha sido un placer leer esta entrada, Ana. Muchas gracias por compartir en esta página tu mirada violeta del mundo que nos rodea. Un abrazo y muchos susurros..

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