Buenos días querida familia, martes de compañía con gran dosis de cariño y complicidad. Vamos a vivirlo, si os apetece.
En nuestra Kabaña paseamos desde la línea de la tolerancia, con honestidad y consideración. Y, así, enfocaremos a nuestras convivencias cariñosas, intentando restar poder a esas voces que callan a otras pautando «numerosas obviedades» .
Recién llegados a este mundo, en nuestra primera etapa de vida, poseemos «pocas» habilidades para caminar por él. En contrapartida, solemos contar con una de las armas más potentes: el cariño de nuestros seres queridos. Sentimientos que nos invitan a un bonito recorrido y que nos aportan las defensas, que no tenemos, ante todo lo desconocido que nos rodea. Vamos «Aprendiendo a sentir y a ser» .
Va pasando el tiempo, nuestros saberes han aumentado, y decidimos si queremos convivir con mayor o menor cantidad de muestras cariñosas. «¡Obviamente sí!» ¿Respuesta universal? ¿Desde la sinceridad? Consideremos razonamientos infinitos, fundamental mirar exclusivamente a nuestro interior y contestarnos individualmente.
Creer que dar cariño tiene que ser una actitud estándar puede ser una trampa. A ver, que sería de una gran potencia que la mayoría de personas lo practicásemos, pues sí, o no…, en función de cada uno… Por muy atrayente que sea la idea de la práctica generalizada no la volvamos imposición. Somos únicos con nuestros propios baremos para gestionar qué cantidad de afecto practicar o qué nos aporta bienestar emocional en la elección de nuestra dinámica de vida.
Nuestras prácticas no son vinculantes en las gestiones afectivas de otras personas así que, por favor, no se trata de compensar lo dado/recibido, por mucho que nos guste que sea así. Libertad de expresión emocional, sin lugar a dudas.
Nos situamos en la fuente que regala afecto y nos sentimos pletóricos por ello, «nos nace de nuestro interior» , lo vivimos de manera natural y espontánea.. Y, curiosamente, no otorgamos la importancia que se merece dicha acción. Valoremos al alza aquello que practicamos desde el corazón, aunque nuestros mecanismos racionales nos lo presenten como normalidad.
Sentir el amor en nuestros mundos aporta Grandes Pasos ante la vida. Sin embargo, recordemos que yo/tú/él/ella obsequiemos esas deferencias no implica que vengan de vuelta; quien las recibe no debe sentir obligación de actuar igual. Esperarlo es una expectativa que no ha lugar; yo te hago un regalo, tú me lo tienes que hacer a mí…, no somos un mecanismo programado.
Que sí, que el intercambio es dulce y fomenta relaciones más idóneas, aún así no se debería ni generalizar ni juzgar… Simplemente diferentes ponderaciones o necesidades emocionales o incluso momentos personales que impiden mantener esos cuidados recíprocos.
Consideremos, también, que es frecuente que cada persona nos sugiera más o menos ganas de mostrar/sentir cariño; nuestro corazón pondera, casi en exclusividad, generando sentimientos y apegos, afinidades personales. De igual manera nosotr@s podemos suscitarlo o no.
Cuidado con generarnos un determinado malestar porque no recojamos el cariño que, probablemente, nos merecemos; nuestra autoestima se puede balancear a la baja. Surgen esas temidas preguntas: ¿No hemos hecho méritos suficientes? ¿Hemos actuado mal?… Seguramente lleguemos a una conclusión poco acertada, preguntemos, por favor. Dejemos que la otra parte se gestione y, si lo desea, explicará sus múltiples motivos.
Diferentes opciones, diferentes individu@s. Podemos aceptarlas incondicionalmente o decidir si nos restan más que nos suman. ¿Y si estamos llegando a sentir decepción respeto a acciones que no dependen de nosotr@s mism@s? Vigilemos nuestras dependencias emocionales, no es necesario vivir abismos, queremos relaciones sanas.
Y sin embargo… Muchas miradas son fijadas felizmente ante la dinámica del afecto, puros sentimientos que se regalan, percibir todo un asalto de sensaciones agradables cuando sentimos los cuidados de quienes nos tienen en gran consideración. Llegan grandes cantidades de atenciones en formatos diferentes: palabras, besos, abrazos, miradas, sonrisas, escuchas, silencios, manos estrechadas, carantoñas…
Brillamos intensamente, seguimos caminando acompañad@s; tantos y tantos significados y emociones… Nuestro corazón agradecido bombea dulcemente, está siendo acariciado, vive la plenitud que se le genera.
¡Ey! Que pueden existir momentos en los que ni nos percatemos de esos valiosos mimos dirigidos a nuestra persona, cuidados realizados sin nuestra presencia y, sin embargo, existen. Interesante a tener en cuenta, no son para reconocimiento constante y/o meritar; su valor puede ser mayor que agasajos constantes y exageraciones desorbitadas. Conclusión: el formato no es el único elemento a valorar, el mensaje sí.
Otro mundo muy valioso es el auto-cariño, primordial sentir amor y respeto por nuestra identidad; esos afectos, esas deferencias, esas caricias emocionales… de ida y vuelta a nuestra propia persona. De verdad que nos los merecemos, potenciando nuestro itinerario, sin caer en ninguna trampa de egocentrismo. Somos el eje principal de nuestro camino, qué mejor que auto-cuidarnos con gestos bonitos en primera persona.
Únicamente, nosotr@s mism@s elegiremos qué ruta emocional queremos llevar, sin estereotipos. No debemos sentirnos condicionados si somos de poca práctica de muestras cariñosas. Y si nuestro movimiento es dar por supuesto que el cariño está en nuestro interior, cuidadín, las suposiciones a veces no se perciben del todo; en caso de que nos interese, corroboremos si nos entienden.
Contemplemos una imagen, de manera externa, en ella se palpa la práctica de voluntad afectuosa, por ejemplo un abrazo de varias personas. Seguramente, será «multi-interpretada» por diferentes observadores externos; derivando en sonrisa, desdeño, emoción, indiferencia,… Cada cual tendrá su opinión, ni mejor ni peor, sin más. Dejemos de lado actitudes de menosprecio a las muestras cariñosas ajenas, estén presentes o ausentes.
Permitidme un pequeño comentario acerca de este ratito que estamos pasando junt@s. ¿Un blog de acompañamiento emocional, desde la base del cariño, y entendiendo que no surja dicha necesidad? Perfectamente, hablamos para quien quiera leer y/o sentirse acompañad@ u opinar; no hay una selección ni una validación de identidades. Caminamos junt@s, con dosis de consideración a todas las miradas; cada cual sabe quién es, en el aquí y ahora. No hay más.
El camino del cariño, puede ser muy bello, desde relaciones sanas y afines. Voces altas que nacen en nuestro corazón, verbalizadas de manera inconsciente y/o consciente, reconfortando a seres queridos. Sencillamente pura elección.
Momento honestidad: Sí, soy una persona bastante cariñosa; aún así, reconozco que, en función de mi estado de ánimo, puedo no haber mostrado con suficiente intensidad lo que los demás representan en mi corazón y las ganas de abrazarlos que me han despertado. En mi actualidad, quiero mostrar, de manera abierta y sincera, todo lo que mi corazón me susurra, sin sentirme capada. Y sí, intentaré que mis expectativas de cariño no sean condicionantes relacionales.
Querida familia, os deseo una semana muy potente en la que podáis sentiros reconfortados a vuestra manera.
¡Un abrazo muy lavanda! Fragancia tierna y suave.
Ana Torres