Sinceridad: Ganancia a largo plazo

Querid@s amigu@s feliz mañana de martes, o de cualquier otro día, no importa. Vamos a acompañarnos desde las francas palabras de nuestras identidades. ¡Gocemos ser nosotr@s mism@s!

Observemos nuestras gestiones de comunicación y la cantidad de veces que llegamos a renunciar a nuestra veracidad, ¡demasiado numerosa! Atendemos a la causa principal: nos duele cuando dialogamos claramente y vemos que, sin querer, hacemos daño a las personas que queremos. Y no hablamos de perder las formas en nuestra dialéctica, que puede pasar, pero no es nuestro caso, sino del contenido que transmitimos..

Sinceridad de palabra, qué bonito y cuánto que ofrecer a nuestra mirada, creemos a fe ciega todo lo que aporta a nuestro foro interno. Sí, desde nuestra percepción, mostrar nuestras palabras como nosotr@s mism@s las sentimos y sin voluntad de imposiciones de las corrientes en las cuales nos relacionamos.

Realmente, poder darnos el permiso de no fingir por l@s otr@s, es un gran avance personal interior; necesitamos de nuestra propia honestidad. Y, sin embargo, se nos generan situaciones incómodas, percibimos que causamos daño emocional y caemos en la tristeza de la posibilidad de «defraudar/perder» un poquito a nuestras personas…

Nuestra mente se siente bombardeada con arrepentimientos por expresarnos abiertamente y recibir respuestas que se convierten en nuestros remordimientos… Encontremos un camino con las mínimas pérdidas personales y las máximas dosis de crecimiento para todos los corazones implicados.

Ser nosotros mismos es básico en un camino de plenitud, sí dejar de renunciar a nuestro interior, sí dejar de establecer tantos límites a nuestra propia persona y, todo ello, no implica ausencia total de consideraciones al otr@… Hablamos de la necesidad de llegar a un grado intermedio, de bienestar emocional conjunto, sin tener que pagar siempre con nuestra propia persona.

Nuestra comunicación, una verdadera muestra natural y espontánea, sobre todo con seres con los que mantenemos lazos emocionales estrechos. La base es buenísima, sin embargo, para nuestra sorpresa, o no, observamos que nuestras palabras son mal recibidas, justo en el momento en que se pronuncian, afectan dramáticamente a miradas dolientes que no queremos ver.

¿Cómo podemos afrontar esos dolores que llegan de golpe? ¿Sacrificio de nuestra sensibilidad para el beneficio de los que fluyen a nuestro alrededor? Sinceramente, dependerá de los momentos y esto no debe implicar esconder y/o variar nuestra identidad.

La opción dolorosa de omitir lo que se piensa, esa mentira piadosa, no deja de ser una falta a la verdad que sentimos en nuestro interior. Cuidado que se consigue una cordialidad que implica renunciar a nuestro propio ser y, en el tiempo, emerge de nuevo. Es imposible controlarse siempre y, quizás, la manera se mostrará «desmesurada» , llevamos acumulación de abandonos de nuestro criterio en pro del bienestar ajeno…

Estamos situados ante una enorme contradicción: no te quiero hacer daño y no puedo decir lo que siento; «amor bajo mi propio abandono» , ahora la tristeza es nuestra. ¿Y si nos situamos desde el otro lado? ¿Y si nosotros «supiéramos» de ese prisma? ¿Lo aceptaríamos?

Por favor, no decidamos sobre la voluntad ajena, por mucho que en un momento puntual seamos la fuente de esos malestares emocionales, o no, y es vivido de esta manera. Pueden existir otras opciones de mayor crecimiento como: dar espacio de asimilación y/o interpretar juntos la causa de esa aflicción, sin más.

Que pueden venir múltiples decepciones, si se descubre que aquellas «no-verdades» están presentes en la relación; «regalar el oído» puede llevar a sospechas de no merecer suficiente confianza o entrar en la frustración de cohibir la fluidez del otr@ por nuestras reacciones. ¿Qué nos causará? ¿Más sufrimiento?

La sinceridad lleva de la mano el respeto de nuestra verdad y, a veces, acabamos perdiéndolo por los demás. Cuidado que entra en acción nuestra auto-crítica o nuestros juicios y desaparece nuestra veracidad de nuestro campo de visión; ahora caminamos desorientad@s.

Tratemos de gestionar esas situaciones incómodas desde el amor que nos profesamos y no, en exclusividad, desde la preocupación por emociones que suscitamos y que duelen. Aprender a afrontar la palabra honrada, nuestra o ajena, no implica un todo o nada. Asimilemos que no existe un referente ideal, que nadie posee la verdad absoluta y que elegir camino no siempre es fácil. En este punto, a construir con la menor cantidad de malinterpretaciones dolorosas.

Sencillamente, intentemos llevar a la normalidad mostrar discrepancias, sin dramatizar; partimos de la tolerancia de diferentes perspectivas y ello no implica vivir en continuo desacuerdo/acuerdo. Cuidado con esos supuestos «beneficios» que aporta una hipocresía pautada por el bienestar momentáneo; se pueden esfumar, las opiniones sinceras acaban emergiendo de nuevo, no cambiamos la identidad.

¡Seguimos buscando la elección correcta!¿Renuncias de palabras sinceras o dejar pie a un berrinche y afrontar consecuencias emocionales ajenas? Ninguna es totalmente válida, así que vamos a buscar un equilibrio entre tod@s.

Siendo realistas, una convivencia potente lleva consigo dosis de limitaciones consentidas; que sean las mínimas y volemos junt@s. Personas únicas, percepciones diferentes, nos aceptamos y nos respetamos, sin un tú ganas-yo pierdo. Ganamos tod@s desde nuestras diferencias, hemos acudido a los grandes: complicidad, comprensión, compasión y cooperación.

Imaginemos ese bonito mundo que emerge desde mi/tu/su sinceridad y crear un micro-clima de anclajes supremos: engaños minimizados. Diferencias de opiniones/percepciones, aportaciones a crear un mundo más grande, donde yo crezco-tú creces y caminamos de la mano. Brutal.

Momento honestidad: sinceramente, me causa un gran desasosiego interior cuando, desde la base de mi honestidad a la hora de hablar, yo soy la fuente de dolor emocional de mis seres queridos. Trato de minimizar los daños de mis razonamientos y pido perdón cuando es necesario. No obstante sé que volverá a suceder porque soy única, ni mejor ni peor que nadie, y no siempre seré bien interpretada. Acepto que mi criterio/opinión/percepción puede diferir; es más, entiendo que es necesario que así sea. Implicará intercambios de aprendizajes, necesarios en mi camino de vida.

Mi querida familia, os deseo que paséis una semana conviviendo con todas las dosis de sinceridad emocional necesarias en vuestros corazones.

¡Un abrazo enorme desde toda mi honestidad!

Ana Torres

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