Hola de nuevo, querid@s amigu@s. Entramos en un martes en el cual nos vamos a acompañar desde las preocupaciones que se nos generan en un mes como el de enero. Esperemos que junt@s podamos desenfocarnos un poco del poder de don dinero.
Supercuesta económica, de difícil caminar, empezamos a visualizar nuestros agobios monetarios. Infinitas miradas de desasosiego: si soy independiente, no puedo con mis pagos mensuales; si estoy intentando serlo, no alcanzo optar a ello; si quiero ahorrar para mi proyecto, desisto ya que mis ingresos son insuficientes; si quiero mantener mi nivel de vida, ahora es insalvable… Y la lista podría seguir con más «sies», a cuál más aflictivo…
Nuestras cabecitas se están agobiando y aterrizan terribles conclusiones de un mundo injusto, no tenemos suficiente dinero, ¿somos insolventes? ¿la nueva generación pobre?… ¿Estamos exagerando o nuestras percepciones responden a la realidad? Miremos con atención, acompañad@s y, a poder ser, sin entrar en la desesperación.
Centrados en un después de fiestas, quizás de mayor énfasis emocional, padecemos porque nos hemos permitido lícitamente algunos gastos extras que juntados, o no, con una economía externa desastrosa y manipulada, ahora nos pasan factura
Por favor, desechemos arrepentimientos, hemos regalado desde el corazón, esfuerzo loable que implica generosidad de amor a nuestros seres queridos. Es un acto muy bello compartir nuestra economía hacia esos ojos felices, recibiendo un presente, y/o esas bonitas reuniones de hermandad, hechos que ya no nos permitimos durante el resto del año. Sin más.
Ahora nos encontramos sumidos en desastres numéricos o como nos dirían quienes todo controlan: «¡Bienvenidos al mundo real!» . ¡Ey! No hemos estado viviendo una historia de ficción, simplemente hemos oxigenado de las restricciones mensuales que acostumbramos a llevar como hábito de vida.
Nos surge el desespero ante la impotencia de no poder gestionar todos nuestros gastos, nos duele emocionalmente y llegamos a sentirnos colapsados. Se entiende perfectamente. Por favor, intentemos dejar la desesperanza relegada, sí realistas pero sin fustigarnos; el camino nos va indicando que nos tomemos las circunstancias económicas como transitorias, que no les otorguemos un super poder sobre nuestro bienestar emocional; tengamos fe en nosotr@s.
Que sí, que es necesario entender que esos agobios condicionen, a veces, nuestro permiso «de calidad de vida»; nuestro poder adquisitivo es básico para vivir, simplemente vivir. ¿Nuestra disposición emocional es proporcional a la nómina? El dinero no debería tener semejante supremacía, no obstante juega una gran baza en nuestras preocupaciones; no trivialicemos ni ninguneemos porque el padecimiento puede ser enorme, es difícil encontrar desahogos emocionales cuando no podemos sufragar nuestra dinámica existencial y la de quienes dependen de nosotros.
Y sientes algún comentario hiriente, «quizás te has excedido y no deberías haber llegado a ese nivel» ; por favor, lejos la censura del saber monetario, es normal que intentemos optar a un poquito más con ilusión. Aquellos que opinamos de circunstancias ajenas pongamos mejor atención, si cuando acompañamos lo único que vamos a hacer es dar por supuesto que todo lo sabemos y controlamos, cuidado que puede ser que en otra ocasión no seamos el confidente real que aquella persona creyó y desaparezcamos de la complicidad bien llevada. Incluso puede que la lleguemos a necesitar en nuestras propias carnes y hayamos fulminado nuestra oportunidad…
Si necesitamos desfogar nuestro malestar económico lo que menos nos gusta es la condena del amigu@. Sinceramente, cuando hablamos de nuestras preocupaciones no buscamos que nos las resuelvan, las penas compartidas pesan menos o, como mínimo, oxigenamos durante un ratito. Reubicarnos junto a una mirada que nos dé la mano y poder visualizar que existirá la salida del agujero es de grado sumo; que no hablamos de un préstamo sino de creer en una época mejor, de menor ahogo.
Queda claro que nuestra fuente de riqueza no debería de ser el reinado de la moneda/patrimonio; aún así reconozcamos que la salud económica puede paralizar nuestro fluir: dosis de realismo. Debido a nuestro enfoque nuestra energía disminuye, consiguiendo un desgaste emocional, es verídico y respetable.
Entonces, ¿nuestra abundancia está basada en nuestras posesiones materiales? Tengo la esperanza de que la respuesta mayoritaria sea un no rotundo, que identifiquemos desde la honestidad que nuestros verdaderos tesoros son nuestros bienes humanos.
Paciencia, abrazos de complicidad y compasión son elementos imprescindibles para poder surgir despacito y, mientras tanto, nuestro interior irá relativizando un poco, dejando de vivir nuestro saldo como un gran lastre.
Tratar de buscar argumentos/actividades/distracciones que, en ocasiones, consigan desenfocarnos de nuestro ahogo, aliad@s de camino, de los de verdad, reducir lo que podamos y tener claro que hacemos todo lo que está en nuestras manos; cuando nuestra conciencia está tranquila la crispación disminuye y la complicidad aumenta, incluida la nuestra propia con nosotr@s.
Recordar el sí se puede salir de ello, premisa interesante en este periodo, a pesar del negro exterior que nos ha invadido porque no todo depende de nosotros… Volver a una preciada distinción de nuestras diferentes riquezas, aquellas que visionamos como prioritarias y que nos aportan la verdadera calidad de vida, que conviven de manera real a pesar de nuestros dolores monetarios.
Recordemos que las circunstancias ideales de vida son productos de ficción y que, a pesar de las piedras del camino, nuestra excelencia personal puede surgir por momentos, empoderándonos. No somos bienes materiales ni lo que poseemos, somos nuestra persona, nuestra identidad; el gran mérito de vida.
Momento honestidad: Han existido mis momentos de agobio monetario y, siendo sincera, aún conviven en mi vida. Percibo que en ocasiones les he dado tal poder que han llegado a condicionarme mi fluir; ahora, les intento restar importancia en la medida que puedo, no quiero dejar de vivir porque no pueda pagar la vida. Asimilo, intento reconstruirme y me pongo mi vestido emocional lo más potente posible; sí, he variado mis mensajes, valoro que mis gestiones han sido realizadas de la mejor manera que he sabido y, acepto que en mi caminar siempre existirán piedras que me pueden desviar de mi ruta pero ya encontraré la manera de llegar dónde me proponga o relativizar lo que no consiga, sin más. Quiero restarle poder a don dinero y sentirme afortunada con mi vida, aunque vaya haciendo de más y de menos. ¡Vendrán etapas mejores!
Mi querida familia que paséis una semana muy agradable, a poder ser con el mínimo de agobios monetarios, y si no es el caso, la riqueza somos nosotr@s, dejémonos acompañar y suframos lo mínimo.
¡Un abrazo muy lila!
Ana Torres
Que adients les teves paraules, com sempre. Potser el problema real es que la nostra societat ens porta a creure que el nostre estatus com a persones està molt vinculat a la nostra renda disponible… O que potser per a ser una bona mare/pare justament cal comprar menys? Una abraçada ben gran, i gràcies per fer-nos reflexionar!!
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