Un nuevo martes en el cual vamos a pasear junt@s, por un ratito. Desde nuestra Kabaña, y contando con vuestro permiso, alzo la voz y me sale un alto y muy sincero: «¡Buenos días querida familia!». La verdad es que me ha sentado muy bien saludaros con alegría y un gran ímpetu.
Qué importante es poder dejar ir nuestras palabras, desde nuestro ser, en voz alta y sin necesidad de silenciarlas, lástima que no lo practiquemos más asiduamente. Cuidadín que todo aquello que no decimos, y queríamos expresar, se nos queda en nuestro interior, no se volatiliza y, más tarde, se nos puede presentar a través de emociones como la rabia y la impotencia o incluso nuestro cuerpo lo muestra en formato de dolores físicos o nuestra mente en formato de dolores psíquicos.
Si ponemos un poco de atención, percibiremos que son muchas las ocasiones en las que, en nuestras convivencias, contestamos con movimientos de cabeza sin articular muchas palabras, bien para asentir o bien para discernir. ¿Y nos dejamos ver realmente? Tengo mis dudas de que así sea. Y puede que en momentos puntuales nos sea válido pero como dinámica de comunicación recíproca no. Para reflejarnos «in situ» es requerida nuestra presencia, de manera real y visible, a través de nuestras palabras, que suenen más allá de nuestros propios oídos y no que, siempre, resuenen únicamente en nuestro interior como un quejido.
De inicio, actuamos condicionados, puede que nuestras conclusiones sobre estas «maneras de actuar», a veces, pueden estar distorsionadas; reflexionemos sobre nuestros hábitos pautados por otras épocas/personas/mundos. ¡Ey! Que nuestra opinión no tiene por qué ser disruptiva si no decidimos dar por bueno aquello que se nos presenta. Podemos mostrar nuestra disconformidad sin ser tachados de desagradables. En caso contrario, quizás el problema no es nuestro sino de la otra parte que no nos ofrece opción de replica al no ser la deseada por su parte, sin darnos pie a nuestra esencia. Y no estamos hablando de dar respuestas reactivas, a costa de lo que sea, sino de construir desde varias miradas.
De nuevo, constato que no apelo al imperio de nuestra única opinión, simplemente que no creo que tampoco debamos de dejar que las otras voces representen las nuestras propias, en todo momento. No se trata de generar conflictos con las otras miradas pero tampoco de perdernos nosotros, vayamos a la búsqueda de un equilibrio y, para ello entra en juego nuestra voz más crecida.
Podemos verbalizar en voz alta nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestros gustos, nuestros ideales,…, y encontrar una gran variedad de beneficios. Entre ellos, uno de los más importantes sentir que existimos, desde nuestra propia individualidad con criterio y opinión, de acuerdo o de desacuerdo. De gran importancia porque una de las mayores frustraciones que se pueden llegar a sentir, si no lo hacemos, es sentirse ignorad@, inclusive por nosotr@s mism@s.
Por otro lado, podemos minimizar unas cuantas-bastantes desilusiones, de aquellas que se nos generan cuando no manifestamos públicamente pensamientos e ideas que consideramos de importancia; por miedo a que no sean validados externamente. ¿De verdad? Anulemos nuestras auto-censuras, podemos aportar mucho al mundo en el cual nos estamos moviendo dejando de caer en la trampa de que nuestra opinión no importa y, sí, es primordial para nuestra propia individualidad.
También, desechamos conformismos, con los que no nos gusta claudicar, sobre todo cuando aquello que escuchamos no forma parte de nuestra esencia y, de hecho, destacar que verbalizando nuestra disconformidad no llegaremos a derivar en conflictos nocivos con nuestros valores principales; consecuentemente, nuestro empoderamiento en la vida aumenta a grandes pasos. ¡Sabemos quiénes somos!
Marcar la diferencia e ir de cara, otra gran aportación; sencillamente una persona que sabes que acostumbra a usar su sinceridad, estés de acuerdo o no, te generará mayor confianza que aquellos que puedan mostrar una opinión silenciosa ante ti, asintiendo a todo, y después sus verbalizaciones por otros lares sean totalmente opuestas. ¿Cuál es la mejor opción? Lo tenemos claro.
Evidentemente, las formas tienen sus límites, no se trata de, a la hora de mostrarnos, aniquilar verbalmente a aquellos con los que estamos manteniendo una relación de convivencia o de servicios. Recordemos que el respeto mutuo es una base de vida y, si quiero que lo muestres conmigo, yo te lo tengo que mostrar a ti: relación bidireccional en alto grado de consideración.
Y, sin embargo, en bastantes ocasiones, debemos guardarnos para nosotr@s lo que pensamos, a pesar de tener toda nuestra razón, porque queremos conseguir nuestros objetivos y dependemos de otras personas que, sinceramente, no muestran el mínimo atisbo de facilitarnos el camino ayudándonos o, sencillamente, llevando a cabo lo que deben hacer por su «rol» . ¿De verdad que esa es una senda en positivo? ¿No acompañar a otras personas porque no les concierne a su individualidad aquello que se les solicita? ¿Es lícito callar voces, que merecen ser escuchadas, por otras que ostentan un «papelón» en una cadena de relaciones humanas? Quizás no son tan humanas, ahí lo dejo.
Queda entendido, perfectamente, que existen unos protocolos sociales para que el «entendimiento» sea bien llevado. ¿Qué requisitos se deben dar para que sea así? Deberían ser dosis de voluntad, por todas las partes implicadas, seguidas de una buena comunicación, lo cual no implica sumisión. Por favor, tengamos claro que si no estamos de acuerdo con alguna idea/gestión/acción podemos verbalizarlo en voz alta, que no es lo mismo que decirlo a gritos ni con malas palabras, y que, por encima de todo, existe el derecho a la libertad de expresión, teniendo en cuenta que la mía acaba donde empieza la tuya, o no.
Aprendamos a coexistir con opiniones en voz alta, sin llevárnoslas siempre a lo personal, si no son de nuestro agrado, y recordemos que formamos parte del juego con lo que la replica es una opción, sin más. No claudiquemos con auto-concepciones sobre nuestra dialéctica o sobre el grado de importancia de nuestras aportaciones, que puede ser que al principio nos cueste y, sin embargo, después de varios pasos, nos saldrá con la naturalidad que buscábamos de un inicio y no encontrábamos.
Por favor, hagamos realidad la convivencia de todas la diversidades de voces que existen, sin menosprecios, yendo siempre por delante la sensibilidad por los demás y cuidando de los derechos universales; creo que esta aclaración no era necesaria pero me ha gustado decirlo en voz alta. Importante evitar equívocos no necesarios, ¿no creéis?
» Que real es esta lucha, la de callar lo que pienso o lo que siento «por si a caso». Este fue un aprendizaje de mi infancia y mi lucha aún hoy, en muchos momentos: poder expresar lo que siento sin miedo a los pre-juicios o hacer daño a otros.
Esta es una lucha que lleva a controlar hasta que se explota y se dice, entonces sin control. No es bueno así tampoco.
Y comparto contigo sentir que si yo no puedo expresar mi opinión libremente, quizás no es un problema de lo que yo expreso sino de lo quieren los demás que diga.
Todo eso me hace conectar con la asertividad: hay tantas verdades como personas y tantas diversidades como sentires.
Utilizar el poder o la jerarquía burocrática para reducir la voz de los demás, da que pensar. Eso no es liderazgo. Eso se basa en la soberbia y la violencia sutil. Nada más lejo de mi ideal social.
La autetica convivencia y la diversidad de opiniones se dan la mano y enriquecen la comunidad que las comparte, que escucha y que, através del respeto a cada uno de los que la forman puede compartir diferentes voces y visiones del entorno.
Doy gracias a esas maravillosas personas que me han ayudado a expresarme libremente y me han escuchado desde el corazón» .
Montserrat Puig
Momento honestidad: Sí, he callado muchas veces cuando creía que debería haber contestado con mi voz ante determinadas situaciones. Estoy aprendiendo a hacerlo, en mi niñez me educaron de una manera que debía silenciarme ante hechos concretos o personas señaladas, ¿acaso de mayor «rango» que yo? A día de hoy, entiendo perfectamente que nadie es ni mejor ni peor que yo; así que me permito que mi dinámica verbal sea cada vez más «palpable y audible» a oídos, ajenos y propios. Me regalo mi propio ser ante las circunstancias que van surgiendo en el caminar y siento un gran bienestar, tanto si tengo la razón como si veo que me equivoco y, en consecuencia, aprendo, rectifico y crezco.
Se trata básicamente de percibirme viva y no como ovejita que sigue al rebaño, crea en sus premisas o no. Y, con toda rigurosidad admito que, a pesar de todos mis grandes argumentos, sigo callando en momentos en los cuales quisiera hablar pero no lo hago. Tengo fe de que, poco a poco, conseguiré avanzar más, por mi derecho personal, y aunque, a veces, no sea escuchada.
Mi querida familia, os deseo que esta semana gocéis de permisos para poder decir en voz alta aquello que necesitéis verbalizar, llegando así a los mínimos; «Quería haber contestado y me duele no haberlo hecho» y a los máximos: «Me siento bien por decirlo».
¡Abrazos muy violetas!
Ana Torres
Ay! Anita, siempre dano en el clavo. Que real es esta lucha, la de callar lo que pienso o lo que siento «por si a caso».
Este fue un aprendizaje de mi infancia y mi lucha aún hoy en muchos momentos: poder expresar lo que siento sin iedo a los pre-juicios o hacer daño a otros.
Esta es una lucha que lleva a controlar hasta que se explota y se dice, entonces sin control. No es bueno así tampoco.
Y comparto contigo sentir que si yo no puedo expresar mi opinión libremente, quizás no es un problema de lo que yo expreso sino de lo quieren los demás que diga.
Todo eso me hace conectar con la asertividad: hay tantas verdades como personas y tantas diversidades como sentires.
Utilizar el poder o la jerarquia burocratica para reducir la voz de los demás, da que pensar. Eso no es liderazgo. Eso sebasa en la soberbia y la violencia sutil. Nada más lejo de mi ideal social.
La autetica convivencia y la diversidad de opiniones se dan la mano y enriquecen la comunidad que las comparte, que escucha y que, através del respeto a cada uno de los que la forman puede compartir diferentes voces y visiones del entorno.
Doy gracias a esas maravillosas personas que me han ayudado a expresarme libremente y me han escuchado desde el corazón.
Me gustaLe gusta a 1 persona