¡Muy buenos días querid@s amigu@s! Una nueva semana en la que nuestra Kabaña vuelve a acompañarnos, gracias a que creemos en nuestro paso por ella.
Normalmente, validamos una buena parte de nuestras decisiones en los caminos que vamos eligiendo. No obstante, ¿desde un inicio siempre hemos creído que conseguiríamos estar dónde estamos? o, ¿en ocasiones, hemos necesitado de valiosos empujoncitos emocionales de personas que apreciamos?
Vamos palpando que una cosa son nuestros sueños o metas y, otra muy diferente, es el camino que se nos presente para conseguirlos… Podemos descubrir una ruta ligera, en la que avanzamos con paso firme, o se nos puede transformar en un laberinto en el que no acertamos el itinerario correcto para encontrar la salida. Por favor, en esta última representación, concedamos una pausa y respiremos intensamente, muy profundamente pero sin hiperventilar, a poder ser; pueden existir diversas opciones antes de romper esas paredes que, cada vez, se nos estrechan más y más, llegando a ahogarnos.
Sí, probablemente juzguemos que nos hemos paralizado y, ante nuestra tempestad, emerja la necesidad de tirar la toalla. Y, de verdad, que no es que ahora no sepamos lo que queremos, sigue siendo significativo para nuestra persona pero, sin embargo, observamos que nuestras convicciones de creer que lo conseguiremos se evaporan en momentos cruciales por dificultades, por cansancio mental, por exigencias propias,…
¡Ey! Existen opciones y, quizás, verbalizar nuestras premisas, que nos están desestabilizando desde nuestro ser interior, sacarlo de dentro hacia afuera puede ser decisivo. Necesitamos refuerzos para salir de ese lugar en el que hemos caído en picado y optar por voces que nos faciliten argumentos, para vernos, puede ser un antes y un después para continuar hacia nuestra meta. Sí, esas palabras amorosas que nos pueden ayudar a romper con algunas de nuestras propias creencias limitantes que tan tatuadas se nos muestran.
Además, es positivo valorar esas certidumbres externas en nuestros potenciales, desde nuestra honestidad, principalmente si no representan más expectativas sobre nuestros hombros… Grandes cantidades de cariño incondicionales nos acompañan o nos sostienen de inicio. Seguramente empecemos a sumar dosis de subida de ánimo y nos volvamos a ver e, incluso, retomemos con más ímpetu aquello que se iba rompiendo; nosotros mismos nos habíamos anclado en la ausencia de nuestra fortaleza y potencial, nos estábamos perdiendo… Empieza nuestra recuperación o, como mínimo, contemplamos con ternura nuestros empeños; grandes pasos a valorar por nuestra parte.
¡Ey! En otras ocasiones, es positivo reconocer que, es justo a la hora de empezar a emprender lo que anhelamos cuando nos han asaltado mares de dudas sobre si «estamos capacitados» o si se trata de un reto demasiado grande para nosotros… Tantas desconfianzas, tantas incertidumbres, tantos miedos… De nuevo aparece ese gran recurso personal de buscar apoyos y no, por manifestarnos más allá de nuestra persona, nos mostramos más débiles; simplemente o grandemente, estamos situando lo que representa, para nuestro corazón, afrontar todo ello, desde nuestra única identidad, y que nos está colapsando. Así que es un lujo sentir que otros corazones pueden caminar a nuestro lado colaborando en nuestro resurgir de ese «inframundo«.
Realmente, sientes esas dulces voces que te empoderan, que te destapan aquellas cualidades que, por momentos, ya no sabes visualizar; te regalan esas dulces palabras de lo que ven en ti y las interiorizas desde su franqueza, cuánto te transmiten. Oyes que creen en tu esencia, en tus individualidades y en tus potenciales y, quizás, inicialmente, te muestras un tanto incrédul@; no obstante, aquello que escuchan nuestros oídos, muchas veces, va directo a nuestro corazón y nuestra mente lo pondera en tan alta estima que llega a asimilarlo.
Que sí, que lo «ideal» es que el propio individuo debe saber qué le llena, qué quiere, qué necesita… está asumido, o no; por favor, desechemos obsesiones sobre decálogos de actuaciones. Enfocar, sin pudor, a esas perspectivas ajenas, tan hermosas que se nos presentan, verbalizadas en convencimientos positivos sobre nuestro ser y que, como mínimo, nos equilibran o que realizan un gran barrido ante unas cuantas objeciones, de esas que nos tiramos a la cara, rompiendo el embrujo de lo que nos atraía. En consecuencia, podemos llegar a percibir que nuestra meta sigue con nosotr@s y que nos merecemos ir a su caza, tenemos las herramientas adecuadas.
Ahora, vamos a fijar energía en la otra posición, somos quienes abrazamos a nuestros seres, llenos de sus miedos y confían en nosotr@s… Agradecemos que nos habiliten para ello y sentimos, conscientemente, esa confianza y complicidad. Por favor, tengamos cuidado con nuestras respuestas, para bien y/o para mal, acompañemos desde nuestra sinceridad y con compasión, ofreciendo los recursos que podamos, sin juicios.
Cuidado cuando nos mostramos suspicaces ante lo que nos comparten y nuestros mensajes rozan un escepticismo que no ha lugar; podemos llegar a romper, involuntariamente, sueños y metas, de manera definitiva, que nuestras palabras tienen un «gran peso»… No implica que impere una hipocresía, el fin no siempre justifica los medios, y mostrar una irrealidad también puede ser perjudicial, simplemente medir cómo aportamos más o menos criterio, mucho apoyo y todo ello siempre desde el cariño.
Y cuando distinguimos, con toda asertividad que, a pesar de sus miedos, pertenecen a ese mundo que han elegido, que es alcanzable para ell@s, pues acompañemos regalando nuestras percepciones, sabemos que se merecen aprehenderlas… Tal vez, contribuyamos a un aumento de su bienestar y empiece a manifestarse esa ansiada de relajación, que no implica que les demos las soluciones que anhelan; sencillamente, les entregamos una escucha activa con dosis de empatía y delicadeza.
Y, si nuestros apoyos verbales y visuales los reforzamos con momentos de contacto, con todo respeto, el grado de percepción acostumbra a subir potencialmente,… Aquella mano amiga que coge la nuestra, unos brazos que nos rodean aportándonos calor humana… algunos desasosiegos personales pueden disminuir su intensidad y la persona va evolucionando, paso a paso, hasta llegar a su auto-afirmación de validez, que tanto se merece.
¿Os dais cuenta de todo lo que ha representado la mirada ajena de fe en nuestra persona? Aquellos corazones que nos han acompañado en nuestros pasos de senda y que nosotr@s hemos recibido de manera tan entrañable; hemos sentido ese gran regalo verbalizado o indicado gestualmente: «¡Tú puedes, Creo en ti, Paciencia lo conseguirás,..!»
Y, finalmente, cuando lo hemos conseguido, a pesar del esfuerzo y de nuestros momentos de «bajón», nos sobreviene la satisfacción, el orgullo, el regocijo… Empoderados hemos sentido como corrían, por nuestras venas, esos acompañamientos; esa inyección de reconocimiento personal, directa a nuestro corazón agradecido, lleno de emoción. Entonces giramos la cabeza, enfocamos la mirada y decimos: «Gracias por haber creído en mi ser, seguramente sin ti no lo habría conseguido. Te agradezco la veracidad de lo que me susurraste dulcemente, me volví a sentir presente desde mi interior».
Momento Honestidad: Sinceramente, me he encontrado en los dos lados de la línea, en la posición de quien cree en… y, por otro lado, sintiendo que creían en mi cuando yo no me encontraba…
Por supuesto que, algunas veces, me he entregado en cuerpo y alma a mis personas cuando he sentido que necesitaban acompañamiento para emprender sus camino o seguir en él, más sintiendo que me buscaban; yo lo he agradecido, ha representado un crecimientos personal, para mí, poder sentir que abrazas y consigues levantar una mirada que no podía hacerlo, como mínimo porque percibe que no está sola.
Y sí, desde la otra posición, mis ojos externos e internos se han desbordado ante el bombardeo de unas cuantas-bastantes vacilaciones que me han surgido, en mis momentos solitarios, y estas tenían la fuerza de llegar a desechar aquello que soñaba, enfocando, en exclusividad, en mis no-posibilidades de conseguirlo e incluso derivar en poner frenos en lugares que, quizás, podía habitar sin competición insana; simplemente, perteneciendo a ese mundo…
Esos apoyos, tan brutales, han representado la senda de mi cambio para ir directa a conseguirlo, volviendo a encontrarme, identificando quién soy. Nunca dejaré de sentir un enorme agradecimiento sabiendo que sin sus palabras y tactos no lo hubiese conseguido, aunque yo tenga la autoría como protagonista. Sin más.
Querida familia, os deseo una semana muy potente en la que podáis saborear dulcemente los acompañamientos que os regalan y los que obsequiáis. Ambos totalmente loables.
¡Abrazos muy lavandas!!
Ana Torres