Hola querida familia, primer martes del año junt@s, repetimos acompañamiento en nuestra Kabaña emocional, con toda nuestra fidelidad. Seguimos dirigiendo una dulce mirada a nuestras palabras en el Año 2023, gracias por dar pie a saborear dicha vivencia.
Entramos de pleno en un año nuevo y, cómo no, nos acompañan nuestras acostumbradas frases de nuevos deseos, lanzadas a los cuatro vientos, o en la intimidad; nuestras cabezas no han parado de pensar en qué mejorar. ¿Es positivo disparar dichos mensajes si el convencimiento de ellos no está del todo presente? Hablemos tranquilamente, sin juicios, respetando y aceptando las diferentes decisiones ante anuncios de cambio, o no, desde nuestras mentes y corazones.
Llevamos unos cuantos-bastantes días manteniendo diálogos internos acerca de los obligados «objetivos nuevos de inicio de año» y ejercen una presión desorbitada. Absorbidos por la tradición, nos esforzamos en el qué tenemos que cambiar y, si no lo encontramos, parece que nos hayamos paralizado o que no tengamos anhelos de mejora de vida… Un momento, frenemos, ¿nos estamos diciendo que el camino que hemos llevado durante todo el año anterior o el anterior del anterior o el… no tiene sentido o no hemos puesto todo nuestro empeño? ¿No los validamos?
Por favor, tenemos muy claro que siempre se puede mejorar, existen múltiples facetas en las cuales crecer; sin embargo, cuidado con caer en esas miradas críticas-destructivas pensando solo en qué mejorar por el yugo de las expectativas.
El crecimiento personal es primordial en nuestras vidas y no lleva en exclusividad partir de cero o el cambio radical desde una pauta de aceptación externa; continuar camino también es aportar una dosis de progresión a nuestras miradas. No restemos todo el sentido a aquellas formas de actuar que ya practica nuestra esencia, quiénes somos va un paso más allá de lo que hacemos.
Que sí que siempre se puede mejorar, por supuesto, ¿y es necesario planteárselo de manera obsesiva en una fecha determinada porque es la premisa social/cultural? ¿No será mejor cuando nosotros, individualmente y sin raseros externos, lo palpemos como nuestra propia necesidad?
Recordemos que nuestra energía interior se mueve de manera más fluida cuando no actúa bajo la presión de mandatos externos o lo que es peor competiciones un tanto estrambóticas. En estos últimos tiempos, múltiples intentos del valioso «aquí y ahora» , movimiento primordial de vida; sin embargo, después de pronunciarlo, ¿nos escuchamos verdaderamente o no ha habido una interiorización real del significado?
¿Entonces no es obligatorio cambiar de camino? ¿Y no es conformarse con poco? La respuesta la tiene nuestra propia individualidad, aún así, recordemos que la constancia es un gran logro, la práctica hace al maestro, cada vez hacer un poquito mejor aquello que ya se está construyendo también aporta gran valor.
Giramos la cabeza, miramos con dosis de realismo, y comprobamos que algunos propósitos, a veces, son prácticamente los mismos que los que nos propusimos hace justamente un año, ¡vuelven a mostrarse en nuestra lista! ¿No estábamos totalmente convencidos? ¿No fuimos capaces de ejecutarlos? Cuidadín, paremos, auto-compasión, no se trata de coger el saco de las decepciones y/o frustraciones sino de creer de verdad en nuestras posibilidades y dedicarles el tiempo necesario, no forzarlos porque toca ya.
Siendo un poco objetivos, percibimos que esas nuevas determinaciones acostumbran a tener una tesitura de crítica por consentimiento social: ir al gimnasio, hacer dieta, dejar de fumar, dejar determinados alimentos… ¡Ey! Todo lo que implique mejora de salud es más que importante, pero desde nuestras creencias también, no por pertenecer a un único estereotipo de persona, respetemos.
Por cierto, quisiera destacar que dentro del «movimiento de salud» debería existir mayor afán respecto a la salud mental; en cambio existen pocos mensajes en referencia a ella, no verbalizamos ni un solo quiero sobre: «mis prácticas de cuidados de mis pensamientos, mi dieta de caricias a mi corazón, ejercer mis momentos de afecto personal, pasear por mi rincón personal, vivir mis emociones con respeto…»
Querid@s amigu@s, sencillamente, alternativas, abandonemos pautas sin sentido personal, sin sentirnos inferiores o de otro planeta, simplemente dejemos que sean nuestras propias mentes las que decidan opciones de camino. Disponemos de 362 días para visualizar nuestros potenciales de vida.
No compensa un beneplácito ajeno cuando nosotros, como protagonistas de nuestra historia, no sentimos conformidad con ello porque únicamente contestamos: «sí, ya nos toca» . De verdad que, si visualizamos cambios, no importa que sea en el mes de abril o de octubre, no hace falta la premisa de inicio de año. Apremio y constancia no suelen hacerse compañía sana. Cuidémonos.
Evidentemente, que si no se dan pasos de intentos no mejoramos nuestras dinámicas; sin embargo, tengamos en cuenta que los verdaderos directores de nuestra vida somos nosotr@s mism@s, tenemos toda la potestad sobre nuestras propias reorganizaciones. Si nos regalamos un monólogo más cariñoso y paciente podremos mostrarnos más rumbos acordes a nuestro interior, aquello que no nos pertenece se acaba desvaneciendo.
Entremos en 2023 sin presiones, sin ansiedades de perfección sino fluyendo y habitando tranquilamente en nuestro ser, desde la bondad hacia nuestro interior, sin más. Partiendo del sentir de nuestros propios corazones podemos recorrer un sendero dinámico donde haya lugar para nuestros sueños y mantengamos ilusiones genuinas, sólo dejando clara nuestra libertad de secuenciación.
Momento honestidad: Por supuesto que pertenezco al conjunto de seres que, en múltiples ocasiones, se ha plantado en un inicio de año verbalizando mis propósitos, nuevos o repetidos. Ahora, después de entender que yo no domino la vida, entra en mí un cambio de estrategia, no hay propósito de exclusividad de año sino caminar paso a paso con cariño y continuar con los planes que me aportan, tanto los antiguos como los más noveles.
Nuestra Kabaña emocional, se empezó a construir en el febrero del 2022, no fue un propósito de inicio de año sino de principio de un camino en el instante en el cual surgió. Ahora, cambiamos de dígito anual y permanecerá construyendo, cada vez más arregladita, más habitable para tod@s, intentando aportar un poquito de luz, con muchas dosis de cariño. Sí, seguiremos cohabitando múltiples miradas, aportando, sumando y creciendo, bajo nuestro consentimiento, desde bonitos lugares de nuestros mundos.
Finalmente querid@s amigu@s, antes de despedirme, un intento más, y vuelvo a evocar a mi propia honestidad, y me increpo con la pregunta del día: «Ana, ¿de verdad que no vas a tener un propósito nuevo para este año?» Dejo de escribir un momento y palpo que, a medida que he ido hablando con vosotros, ha brotado mi inspiración, no es nueva, es la misma desde hace tres años; me ha ido aportando y no la quiero perder. El silencio se ha roto y me percibo contestándome: «Quiero seguir la vida, con un camino que me conduzca a ser mi mejor versión consciente desde mi propio ayer, sin más».
De nuevo levanto la cabeza, os imagino y os pregunto: ¿Y vosotr@s? ¿Novedad o continuidad o mezcla? Sea lo que sea, mucha fuerza y si deseáis compartírnoslo será un regalo. Gracias.
Mi querida familia deseo que esta primera semana del año 2023 os aporte dosis de magia y felicidad junto a vuestros nuevos proyectos o la continuación de «los de por vida».
Desearos que sea un año que os aporte mucho más que os reste y vuestras identidades brillen por quiénes sois. ¡FELIZ CAMINO!
¡Un abrazo muy violeta!
Ana Torres