Feliz mañana/tarde querida familia. Un martes para avanzar un poquito, se puede. Un posible punto de encuentro nos lo ofrece nuestra Kabaña emocional en la que, siempre que lo consideremos oportuno, podemos confiar. No censuras, no juicios, sí creer un@s en otr@s y acompañarnos serenamente.
Ocasionalmente, en nuestras dinámicas de vida, nos ocurren hechos que no entraban, ni por casualidad, en nuestros miles de pensamientos diarios y que, sin embargo, se posicionan de manera prioritaria en nuestro orden del día. En ese momento, nos invade el miedo en grado sumo, totalmente lícito, estamos asumiendo semejantes acontecimientos inesperados y quizás, tal vez quizás, no nos percibamos suficientemente «preparad@s». O sí, pero no lo interpretamos de esta manera, nos encontramos consternad@s y acongojad@s.
Por favor, partamos de la base de que «perder el control de nuestra vida» no es una opción que hayamos elegido, desde nuestra propia individualidad, ni tampoco se nos ha consultado para indicarnos que aquellos esquemas mentales que teníamos se van a ir al traste… Así que, primero de todo, respiremos y dejemos entrar a nuestra gran aliada, de cuyo nombre sabemos: nuestra paciencia.
Paulatinamente, intentemos visualizar a qué nos enfrentamos, de la manera menos dolorosa posible, y ponderemos opciones viables y realistas que nos ahoguen lo mínimo posible, dentro de esas nuevas circunstancias. Nuestro criterio es el que debe ponderar por excelencia, cómo debemos seguir ese desconcertante camino el cual nos ha encogido el corazón e incluso sabemos que puede estar afectando a otras de nuestras miradas referentes, infiriendo más sufrimiento.
Iniciamos sendero, podemos dar un gran paso y hablar claro, en voz alta, sobre cómo nos sentimos, a pesar del vértigo que da marcar la diferencia; nuestra sociedad del siglo XXI no está acostumbrada a la asertividad, por mucho que se cite asiduamente. Pausadamente levantaremos cabeza, seguro que encontraremos miradas que nos acompañarán y aquellas que emitan censura pueden convivir perfectamente porque, sinceramente no las enfocaremos. Hemos venido para hacer nuestro camino y no a pasar la aprobación ajena en todo momento. Podemos no agradar y no pasa nada.
Por nuestro bienestar, retiremos la noción de gobierno absoluto sobre nuestro recorrido, no es real siempre y, no hace falta que lo sea, gradualmente aprenderemos a relativizar o a variar caminos; estaremos más preparad@s para ello y si no, con ayuda lo podremos conseguir.
Si bien es cierto, que a medida que estemos list@s para avanzar, dejaremos atrás el «gesto del avestruz»; los hechos que nos ahogaron se siguen mostrando presentes cuando saquemos nuestro entendimiento a la luz y, tarde o temprano, los tendremos que afrontar. De mejor o menor manera, iremos aprendiendo a seguir sendero en función de nuestro propio tempo.
Día a día, con mucho cariño, podremos realizar pequeñitos cambios que sumados en una línea temporal será un gran crecimiento de cambio para reubicarnos en aquello que ya no controlábamos y podremos sentirnos un poquitín más solid@s.
Aprender a ponernos límites de las renuncias que queremos aceptar, si es el caso, sin remordimientos y abandonemos el vicio que tenemos de sobrepensar y fustigarnos en todo momento, ni somos omnipresentes ni queremos aceptarlo todo porque estemos catalogados con esa losa de extrema fortaleza.
Simplemente no tener miedo a no saber encontrar un inicio de camino a las nuevas circunstancias, y si se tiene no importa, no tenemos que dirigirlo todo, desde el inicio… Como dice mi querida amiga: «Mirando a la vida me doy cuenta de que no controlo nada», y tiene toda la razón, sin más. Lo que sí podemos es ir aprendiendo a navegar por ella con complicidades, propias y ajenas.
El desconcierto ante lo que está sucediendo nos puede generar la sensación de empequeñecer es más que normal pero no es real, seguimos manteniendo nuestra esencia; simplemente, vivimos en rumbos variados involuntariamente, el tiempo puede ayudar a resituarnos en nuestro camino y poder reencontrar nuestra plenitud dentro de las nuevas coyunturas.
Recuperar nuestra energía será primordial, desde nuestra voluntad, y entendiendo que aquel estancamiento ya ha pasado, que no nos hemos perdido, simplemente ha sido necesario un proceso de recuperación ante esos «shocks emocionales» que no se pueden ni se deben dominar. Convivir con la compresión, interna y externa, nos empoderará en esos nuevos pasos, diferentes, primero serán flojitos y después nos sonarán más firmes en nuestro interior. Sin más.
Momento honestidad: Me confieso, no soy «superpoderosa» ante todas las circunstancias que me ha ido ofreciendo la vida en mi caminar. Efectivamente, en determinados momentos, he sentido que perdía todo la autoridad sobre mi vida. Una vez reubicada, me he llegado a preguntar: «¿Cómo he podido sobrevivir a todas las reflexiones que han atropellado mi mente saboteándola de manera inconsciente?» Sencillamente, creo que he recurrido a mi resiliencia y a mi paz mental , he dejado todo mi ser y mi corazón en aquello que me ha atormentado. Y sí, poco a poco, el tiempo me ha ayudado a posicionarme de nuevo y seguir dando pasito tras pasito, llegando a racionalizar/aceptar todo aquello que, emocionalmente, atropellaba a mi existencia.
Aprender a obviar el enfocar, exclusivamente, en aquello que no controlaba y apoyándome en quién soy y quiénes me ayudan a sostenerme y recuperarme. Hay tiempo de recorrido en el cual nosotr@s devolveremos ese apoyo emocional, que una vez necesitamos, entenderemos un poco mejor dónde se encuentran nuestros seres apreciados de corazón y nuestra respuesta será: estoy aquí.
Mi querida familia os deseo una semana en la cual viváis un camino llano y sin demasiadas complicaciones demasiado difíciles que os descompongan vuestros esquemas. Contad con aliad@s que os den la mano y, sin desesperanza, intentad recopilar resistencia para seguir adelante con compasión a vuestra mirada.
¡Un gran abrazo morado suave!
Ana Torres
¡Qué razón y claridad tienes en tus reflexiones! Los acontecimientos inesperados vienen y nos demuestran que nada está controlado y que una gota hace que se desborde el vaso de agua… o un tropezón con la mesa, al pasar al lado, hace que tiemble todo lo que hay en ella, y encima te deja un morado en el costado (momento de humor o de reflexión, cada uno que decida).
Dices dejar entrar a la paciencia, yo añadiría también a la respiración profunda y a la serenidad, cogidas de la mano.
Y darnos el permiso de perderlas a todas en algún momento para volver al equilibrio después.
Nos das la fuerza para no fustigarnos y sobrepensar, tienes razón lo hacemos todos. Muy importante DESAPRENDER todo eso que nos enseñaron como ley universal y que nos daña más que beneficiarnos, por eso cuando has escrito que lo hacemos todos a mi me da un respiro y me libera, me deja FLUIR otras actitudes y cualidades que todos tenemos, que nos reconstruyen, que me devuelven a mi centro, con mirada amorosa, la mía propia y la de los que nos abrazan desde su corazón (¡que importantes son!)
Y me gustaría desearos que, a pesar de lo inesperado, sigamos subidos en la barca de la vida con la franqueza y la intensidad que podamos, en coherencia con nuestro corazón y con nuestra esencia, porque eso es lo que nos llevamos.
Os deseo que viváis una semana sin perder vuestra esencia y como dice Ana, mirándoos y mirando lo que os venga desde la compasión. Un beso muy grande… y un abrazo cálido
Montserrat
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Cómo me gusta sentir la calidez de tus sentimientos y emociones a través de tus palabras, tan dulces y sensibles.
Gracias por seguir navegando a nuestros lado, en este rinconcito tan agradable donde podemos mostrar nuestra verdadera esencia de manera coherente a la par que compasiva.
Montserrat, un abrazo muy púrpura.
Ana
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